diariodemallorca.es 11-11-2007
El monumento al crucero ´Baleares´ está en el parque de sa Feixina.
BARTOMEU BESTARD Cuando en cierta ocasión le preguntaron a Lorenzo Villalonga por qué había servido en el bando nacional durante la Guerra Civil, contestó que en aquellos difíciles momentos se tuvo que escoger entre estar en un bando o en el otro. Como la inmensa mayoría de los mallorquines, optó por el bando nacional. Recuerdo esta obviedad porque, con todo lo que se está publicando últimamente sobre el tema de la ley de memoria histórica, uno tiene la sensación de que se esté hablando de Menorca o Barcelona y no de Mallorca. Esta nueva ley aprobada por las Cortes ha suscitado que se levante alguna voz pidiendo la destrucción del monumento dedicado al crucero Baleares, ubicado en el parque de sa Feixina, por haber servido al bando nacional durante la Guerra Civil. Quien desconozca la historia del Baleares puede preguntarse algo así como ¿qué tuvo de especial este barco para que le erigiesen un monumento tan llamativo, no sólo en Palma, sino también en Badajoz, Madrid, San Sebastián y Algeciras?
En los astilleros del Ferrol, a las 15,15 horas del 18 de diciembre de 1936, el Baleares se hizo a la mar. Éste era un barco de guerra del tipo crucero Washington. Estas embarcaciones destacaban tanto por la velocidad que eran capaces de conseguir, como por lo bien armados que se presentaban. En el crucero, además de los marineros de reemplazo forzoso, se enrolaron voluntarios requetés y falangistas (flechas navales), entre los cuales había veinte jóvenes de Baleares (entre ellos doce flechas navales), que se embarcaron en las diversas escalas que hizo el barco de guerra en el puerto de Palma. Sobre las 15,00 horas del 5 de marzo de 1938, zarparon de Palma los cruceros Baleares -capitaneado por el Almirante Vierna-, Canarias y Almirante Cervera para escoltar unos mercantes que venían de Italia y se dirigían hacia la Península. En el Baleares embarcaron unas 1.200 personas. Esa misma noche, el convoy, ya en alta mar, entró en combate con la flota republicana. Entre la flota roja se encontraba el destructor Lepanto, que lanzó doce torpedos, de los cuales, algunos, impactaron en el costado de babor del Baleares, a la altura del puente, matando en el acto al Almirante Vierna y a todo su Estado Mayor. La explosión fue tan grande que se oyó desde el Cabo de Palos al Cabo de La Nao, situados a 70 millas del lugar del hundimiento. Tres horas después, los supervivientes del Baleares fueron rescatados por dos destructores ingleses, el Boreas y el Kempenfelt. Horas más tarde serían transbordados en parte al crucero Canarias, bajo los disparos de la aviación republicana. A las nueve de la mañana, el destructor Kempenfelt y el crucero Canarias llegaron al puerto de Palma. Habían muerto unos 750 hombres, más de la mitad de su tripulación. De los doce flechas navales que habían zarpado de Palma, sólo regresaron tres.Este episodio de la Guerra Civil produjo una gran consternación en toda Mallorca. Nueve días después del hundimiento del crucero, apareció en el diario Última Hora un artículo escrito por su director, José Tous Ferrer, titulado ´Gloria a la Armada Nacional. Nuestro homenaje al Baleares´. En el mismo artículo se instaba a la ciudadanía a erigir un monumento en memoria de las víctimas de la tragedia. El periódico propuso sufragar los gastos del memorial a través de una suscripción popular, cuyos donativos serían recogidos en la redacción del diario. La respuesta de los mallorquines fue inmediata, queriendo participar también empresas como el Banco de Crédito Balear, la Caja de Ahorros, el Banco de España, GESA, el Grand Hotel, el Hotel Victoria, el Hotel Alambra, el Bar Bosch, el Teatro Lírico, El Círculo Mallorquín, CAMPSA, etc.
Para la realización del proyecto se convocó un concurso al que se presentaron unas veinte propuestas. El 28 de julio de 1939, el jurado falló por unanimidad a favor del proyecto titulado ´Inmortalidad´, de los arquitectos Francisco y Antonio Roca -padre e hijo- y del escultor José Ortells. El elemento principal del monumento es un faro en forma de monolito de veinte metros de altura. La cara sur del monumento aparece blasonada con el escudo de España de la época, acompañado con una inscripción que dice: MALLORCA A LOS HÉROES DEL CRUCERO BALEARES GLORIA A LA MARINA NACIONAL. VIVA ESPAÑA. En su base, el faro es flanqueado por dos marineros de perfil. Hasta hace unos años, delante del monumento había un marinero que aparecía abrazando un ancla. Su postura en escorzo la debilitaba frente a las agresiones nocturnas de los gamberros. Después de haber sido restaurada en varias ocasiones, y aprovechando la remodelación del parque, el ayuntamiento de Palma decidió trasladar la escultura a sus instalaciones de Son Pax.
Para poder entender mejor el sentir de la gente en aquellos momentos, vale la pena reproducir la justificación que hacen los autores del proyecto para la realización y ubicación del monumento del Baleares: "A nuestro modo de ver, debe constituir el monumento la más acertada expresión de este homenaje a los héroes del glorioso crucero Baleares y por lo tanto debe ser a modo de túmulo y faro que con sus símbolos, inscripciones, estatuas y altorrelieves, altra y sacrosanta cruz combinado armoniosa y acertadamente, expresen por sí mismos la gran epopeya inmortal. Dado el sitio del emplazamiento debe dominar en este monumento la dimensión vertical; pues no sólo obliga a ello las amplias vías que lo circundan, sino aún más, la importante atención de que pueda ser descubierto desde el mar por los navíos que lo crucen, y puedan tributar un emocionante grito de ´presentes´ y ´Viva España´".
Hoy en día, pienso que el monumento del Baleares es un elemento más de Ciutat, como lo son ses Lleones des Born, el Ramon Llull del paseo Sagrera, es Drac de na Coca en la fachada de Can España o la estatua del rei en Jaume. Ejercitar la memoria histórica será siempre necesario, pero mutilar la ciudad para esconder parte del pasado no me parece que sea la mejor idea.