diariodemallorca.es 6-1-2008
Derribo de la iglesia de Sant Antoni de Pàdua. Foto: AP.
BARTOMEU BESTARD Hace cien años no debía de haber ningún palmesano que no conociese el origen del topónimo de ´sa porta de Sant Antoni´, cosa que no creo que pase en la actualidad. Hace ahora ciento cuatro años, momento en que se estaban derribando las murallas de Palma, Bartomeu Ferrà publicaba un pequeño artículo en el boletín de la Societat Arqueològica Lul·liana advirtiendo del peligro que corría la iglesia Sant Antoni de Pàdua, templo que estaba adosado al lienzo amurallado, muy cerca de la puerta a la que daba nombre. Ferrà empezaba el artículo escribiendo sobre el templo con una clara intención: "para que nuestros descendientes puedan formarse una idea del mismo, si llega a efectuarse su derribo". Sin duda palabras proféticas.
Para encontrar los orígenes de la iglesia de Sant Antoni de Pàdua, conocida popularmente como Sant Antoniet de sa Porta, debemos remontarnos al siglo XIII. En aquellos primeros momentos, Sant Antoniet fue uno de los hospitales que existían en nuestra ciudad, como también lo eran Sant Antoni de Viana o l´hospital de Sant Andreu, hasta que, en el siglo XV, todos ellos se insertaron en el Hospital General -La Sang-, creado bajo el auspicio del Gran i General Consell. Los dos hospitales de Sant Antoniet, el de Viana en la calle Sant Miquel y el de Pàdua que ahora tratamos, a menudo se confundían y ello no era extraño pues tenían actividades comunes y a partir de 1502 -momento en que Sant Antoni de Pàdua fue agregado a la casa de Sant Antoni de Viana- estuvieron bajo un mismo comendador de la comunidad antoniana.
Conocemos su ubicación exacta gracias a las fotografías que se han conservado. Se hallaba a la entrada de la calle de Sant Silvestre y Santa Coloma, hoy conocida como del Sindicat, prácticamente adosada a la antigua puerta medieval que en el siglo XVI quedó anulada al quedarse inserida dentro del baluarte. Fue sustituida por otra puerta, desplazada unos metros hacia el mar, que fue la que todavía conocieron nuestros abuelos. La iglesia que fue derribada a principios del siglo XX tampoco era la original, pues durante la segunda mitad del siglo XVII fue derruida la medieval -de la que sólo se conservaron dos pilas para agua bendita- para construirse una de traza "romana", siguiendo la moda de la época. A pesar de ello, la fachada fue construida siguiendo la tradición local, es decir, una austera fachada rectangular y plana, solamente interrumpida por la puerta de acceso -que presentaba una hornacina en su centro donde, según Luis Ripoll, había seguramente la imagen del santo titular- y un pequeño rosetón en la parte superior. Flanqueaba la fachada un campanario de planta octogonal, muy similar al que todavía se conserva en la parroquia de Sant Nicolau. Su interior también era sencillo. Una sola nave, con cuatro capillas a cada lado y con una cubierta de bóveda de cañón. Era de notar en su interior la estatua del Santo titular, tallada en madera -y que seguramente es la que hoy se conserva en el Museo de Mallorca- y el retablo de San Jorge, obra del pintor cuatrocentista Pere Nisart, que presidía la primera capilla lateral de la izquierda. Esta pintura, de las más sobresalientes del gótico mallorquín, fue encargada en 1468 por la Confraria de Sant Jordi, institución que aglutinaba a la nobleza, a "Raffael Moger et Petrus Nisart, pinctores, cives Majoricarum". En el contrato entre la cofradía y los pintores se estipulaba que estos últimos "sian tenguts pintar lo dit retaule en aquesta manera, ço es, lo dit Rafel Moger les dues taules dels costats e la punta de la post del mig, ab dues histories del bancal, e asso tant bellament com puga. Item son de acordi que lo dit Pere Nisard sia tengut pintar la taula del mig e tres historias del bancal, ço es la del mig e duas altres". Las tres pinturas realizadas por Nisart actualmente se conservan en el Museo Diocesano. Fueron salvadas de un posible extravío gracias a la intercesión del obispo Mateo Jaume (?1886), que ordenó su traslado al museo que acaban de crear la Societat Arqueològica Lul·liana y la Diócesis. En su lugar colocaron una copia que fue realizada por el pintor y socio de la SAL, Antonio Fuster.
En el arco frontero del altar mayor estaba empotrada una piedra armera de dimensiones considerables que presentaba el águila bicéfala de la Casa de Austria con la cruz Tau en su pecho. Este escudo también pudo ser salvado y actualmente se conserva en el Palacio Episcopal.
La iglesia de Sant Antoniet de sa Porta pudo haber sobrevivido al derribo de la muralla. De hecho, Bartomeu Ferrà, en el artículo antes citado, acaba proponiendo que "en caso de derribarse la Muralla, contra la que se adosa esta iglesia, sería muy posible su conservación, dejándola aislada y embelleciendo sus fachadas, sin impedir el desahogo de la calle del Sindicato, a cuyo extremo presta una agradable perspectiva la torrecilla campanario". No fue ni la primera ni la última vez que se ignoró una propuesta de Ferrà. Nosotros le damos las gracias, como a otros antiguos socios de la SAL, por permitirnos, con sus escritos, poder tener cierta idea de cómo fue la Palma de antaño.(*) Cronista oficial de la ciudad