El decano del Cabildo de la Seu ofreció ayer en la sede de ARCA los porqués desus críticas a la intervención del artista
Imágen: Joan Darder habló ayer en la sede de ARCA sobre la obra de Miquel Barceló en la Seu. Foto: Lorenzo
LOURDES DURÁN. PALMA. El balance anunciado en la primera de las conferencias del ciclo Visions del patrimoni de Amics del Patrimoni acerca de La Seu, un any després de Miquel Barceló, a cargo del decano del Cabildo catedralicio, Joan Darder se pareció más a un recorrido por los orígenes de la intervención. Habló del sacerdote en pasado y en futuro; en muy pocas ocasiones en presente.
Imágen: Joan Darder habló ayer en la sede de ARCA sobre la obra de Miquel Barceló en la Seu. Foto: Lorenzo
LOURDES DURÁN. PALMA. El balance anunciado en la primera de las conferencias del ciclo Visions del patrimoni de Amics del Patrimoni acerca de La Seu, un any després de Miquel Barceló, a cargo del decano del Cabildo catedralicio, Joan Darder se pareció más a un recorrido por los orígenes de la intervención. Habló del sacerdote en pasado y en futuro; en muy pocas ocasiones en presente.
"Miquel Barceló nos ha marcado a todos, y será el paso del tiempo el que ejerza de árbitro sobre su intervención en la Capilla del Santíssim", confesó.
No ocultó su disgusto, ya manifiesto y reproducido a través de distintos altavoces mediáticos, a una obra que a su juicio "ha sido muy costosa; que no refleja en sus vitrales el mar Mediterráneo sino uno oscuro, más propio de Mali; y cuya imagen del Cristo me desagrada".
Es sabida la distancia que han tenido el decano con el artista, incluso cuando ayer llegó a reconocer que "mi posición personal ha ido evolucionando, porque también sé escuchar". Aún mostrando un tono muy mesurado en su alocución de ayer por la tarde, que llenó la sala de actos de la sede de ARCA, surgieron sentencias clave: "No le encargamos a Miquel Barceló un museo personal ni un altar para la adoración de su persona".
En su repaso cronológico, Darder recordó que la iniciativa de la intervención del artista en la Seu fue de la Universitat balear, y que fue condición del pintor "el hacer una gran obra en Palma para aceptar el ofrecimiento de la UIB de ser doctor honoris causa".
Asimismo, espoleó a los medios de comunicación como portavoces que "no siempre han interpretado bien mis palabras". No hubo novedad en su discurso que ya había leído, o alguno muy semejante, el pasado año en Burgos, aunque sí evidenció su desagrado a ciertos gestos de Barceló el día de la inauguración. Relató cómo el artista prefirió dirigirse a los Reyes para explicarles su obra que "coger el micro y hablar al pueblo".
A unos días del primer año de la apertura de la Capilla del Santíssim intervenida por Miquel Barceló, no le quedó más remedio que reconocer que el número de visitantes a la Seu ha aumentado, contabilizado hasta mediados de octubre, en un 17 por ciento. Aún así reconvino a tener presente que "han pasado más cosas en Seu".