23 d’agost 2007

Palma a Palma: El puente que regresa

diariodemallorca.es 20-8-2007

Imágen: Rescate del puente y la muralla.
CARLOS GARRIDO La recuperación del viejo puente de la Porta des Camp merece toda una fiesta ciudadana. Es algo así como el encuentro de dos ciudades que han estado separadas durante un siglo. Dos paisajes urbanos. La muralla y las Avingudes.Afortunadamente, en este caso las obras de recuperación han abandonado por fin las nefastas mallas verdes. Cualquier paseante puede estar un rato contemplando cómo surge un nuevo espacio. Y sobre todo, cómo se recuperan antiguos elementos ya casi perdidos.
Resulta fascinante ese espectáculo de los arcos aprovechados como subterráneos. En el noble ojo de ese puente se puede ver todavía una lámpara cutre, que servía para iluminar aquel venerable subterráneo. La utilización prosaica de ese gran monumento es algo que no siempre se puede contemplar. Así vemos el paso de lo degradado al rescate de su dignidad. Visión que siempre resulta reconfortante para el ciudadano. Lo mismo puede decirse de ese antiguo pavimento que aparece poco a poco, trozo a trozo. Después de dormir tanto tiempo debajo del asfalto.
En cierta manera, las ciudades no son los edificios. Las ciudades son los ciudadanos. La vivencia acumulada de generaciones y generaciones que dieron carácter y vida a las calles y los edificios. Pero siempre vivimos en nuestra única perspectiva. Nos olvidamos del pasado. Creemos que los ciutadans de otrora no existieron.Por eso es de celebrar y potenciar un espectáculo así. Cuando de la oscuridad y el terraplenaje aparece un monumento. Un símbolo. Cuando de repente podemos ver la huella gastada de los carros, de los viandantes. De gente que vivió en nuestra misma ciudad y compartieron muchas cosas con nosotros.
Quizás, en el futuro unos palmesanos desentierren también una vía que hoy está muy transitada. Y se emocionen al ver las huellas de nuestros neumáticos, las pintadas en la pared, los signos de una vida cotidiana que para ellos será pura arqueología.
De ese triple cruce de dimensiones, de esa galería de presencia y ausencias, surge el espíritu de la ciudad.