31 d’agost 2007

El franquismo sigue dividiendo divisiones

diariodemallorca.es 31-8-2007
Los vecinos discrepan sobre el cambio de nomenclatura de las calles con reminiscencias franquistas propuesto por ARCA

Imagen de la plaza del Caudillo, ubicada en el polígono de Son Castelló.
Un falangista, entre los grandes de la cultura catalana.
MARIBEL CAÑELLAS. PALMA. A ambos lados de la popular avenida de General Riera aparecen omnipresentes soldados, almirantes, cabos, capitanes... Todo un ejército recuerdo de uno de los conflictos bélicos que más han marcado el devenir de la historia de España. La inmensa mayoría de ciudadanos que moran en estas calles desconocen a los que hoy recuerda una pétrea placa. Héroes o villanos, según se mire, a los que el caudillo quiso recordar aprovechando la expansión urbanística de la ciudad.
Ahora todos ellos pasan a examen. La propuesta de ARCA, que insiste en la necesidad de cambiar la nomenclatura de estas vías, ha divido a la ciudadanía. Para Joan Pascual, portavoz de la citada entidad, no es lógico que "aún haya tantas reminiscencias franquistas". No en vano aludía a la "incomodidad" que ello puede generar entre los vecinos. Por este motivo aboga porque esta iniciativa se lleve a cabo con prudencia.
De materializarse, se podría decir que casi la mitad del barrio de Camp Redó se vería afectado por el cambio. Algunos creen que "hay cosas más importantes que hacer que cambiar el nombre de las calles". José Sansó Ginard, que reside en este barrio desde hace 43 años, preferiría que las cosas siguieran igual. "La gente siempre lo ha conocido así", indica.

Viejas costumbres
Al igual que Sansó, Antoni Conill, sastre de profesión y residente en la calle Cabo Alomar Blanes desde 1936, comenta que "están acostumbrados a esto" (en referencia al nombre de las calles) aunque entiende que con el tiempo las cosas cambien. Recuerda como en aquella década tan sólo existían cuatro calles con nombre de letras y que con la llegada del franquismo se fueron abriendo las nuevas. "Están ahí por algo", añade Gori Quesada, que regenta un bar en la calle Soldado Soberats Antolí. "No soy ni franquista ni republicano, pero creo que es cambiar la historia de España", afirma.
Entre los detractores encontramos algunos vecinos del Amanecer. Miquel Mas, cuya vivienda está ubicada en la calle Falangista Mulet Pou, apuesta por potenciar la historia de las islas en lugar de perpetuar resquicios de un pasado que muchos quieren olvidar. "Hay cosas más interesantes y ligadas a la tierra", indica. Como él, otro vecino de la zona -que se mantuvo en el anonimato- se muestra totalmente a favor de la medida de ARCA. "Me parece muy bien que se termine con este tipo de reminiscencias". "A nadie le gustaría vivir en la calle Adolf Hitler", asevera.
En el ecuador del debate, la profesora de historia Macarena Arévalo recuerda que "las conductas iconoclastas siempre han sido una constante a lo largo de la historia". Dice no ser franquista pero cree que "a veces dejar este tipo de connotaciones sirve para recordar lo que no queremos". Ahora cabrá esperar lo que decida el nuevo Ayuntamiento para renovar o no el callejero de Palma.