En el interior del templo se acordonará la zona bajo la vidriera y se colocará una malla de protección
Imagen del rosetón tomada desde el exterior en la que se ve uno de los cristales rotos, el de la derecha
MARIANA DÍAZ/JOANA NICOLAU. El Cabildo de la Seu toma medidas de seguridad para evitar accidentes en caso de que se produzcan nuevos desprendimientos del rosetón, mientras que una técnica de la dirección insular de Patrimoni Històric del Consell se desplazó ayer hasta la Catedral para analizar sobre el terreno los desperfectos y elaborar el informe preceptivo.
Tras la visita, el canónigo encargado del Patrimoni de la Seu, Llorenç Tous, y el aparejador del templo, Bartomeu Bennassar, explicaron que, como primera medida, se acordonará en el interior de la catedral el área del rosetón y se instalará, «cuanto antes mejor», una malla de protección.
A falta de las conclusiones del informe de Patrimoni y de los arquitectos de la Seu, estas medidas de seguridad, y la situación que a primera vista ofrece este enorme vitral, apuntan a un delicado estado de conservación. Desde hace años, explicó Bennassar, se tenía constancia de que «bastantes cristales presentaban grietas». Ahora, el temor de los técnicos no es tanto la situación de los cristales, como el buen o mal estado del mortero que los sujeta a la piedra de Santanyí.
Para reponer los cristales que se desprendieron a finales de la semana pasada se habilitará sobre el tejado de la nave central un andamiaje de seis metros de altura que permitirá acceder a la zona de los desperfectos. Este andamiaje servirá también para tomar muestras y examinar al detalle el estado de conservación del mortero, el marés y los cristales. En función del resultado, apuntó Bennassar, igual tendrá que restaurarse todo el rosetón.
Ni la consellera insular de Cultura, Maria Lluïsa Mascaró, ni el director general de Patrimoni, Biel Cerdà, conocían ayer los pormenores de la primera inspección de la técnica del departamento que dirigen, la arquitecta del Consell Francisca Cursach. Lo único que Cerdà aportó fue que «por el momento, a falta de más estudios», había sido informado por la arquitecta de que «no podía vincular el desprendimiento de los cristales con el Atiarfoc».
MARIANA DÍAZ/JOANA NICOLAU. El Cabildo de la Seu toma medidas de seguridad para evitar accidentes en caso de que se produzcan nuevos desprendimientos del rosetón, mientras que una técnica de la dirección insular de Patrimoni Històric del Consell se desplazó ayer hasta la Catedral para analizar sobre el terreno los desperfectos y elaborar el informe preceptivo.
Tras la visita, el canónigo encargado del Patrimoni de la Seu, Llorenç Tous, y el aparejador del templo, Bartomeu Bennassar, explicaron que, como primera medida, se acordonará en el interior de la catedral el área del rosetón y se instalará, «cuanto antes mejor», una malla de protección.
A falta de las conclusiones del informe de Patrimoni y de los arquitectos de la Seu, estas medidas de seguridad, y la situación que a primera vista ofrece este enorme vitral, apuntan a un delicado estado de conservación. Desde hace años, explicó Bennassar, se tenía constancia de que «bastantes cristales presentaban grietas». Ahora, el temor de los técnicos no es tanto la situación de los cristales, como el buen o mal estado del mortero que los sujeta a la piedra de Santanyí.
Para reponer los cristales que se desprendieron a finales de la semana pasada se habilitará sobre el tejado de la nave central un andamiaje de seis metros de altura que permitirá acceder a la zona de los desperfectos. Este andamiaje servirá también para tomar muestras y examinar al detalle el estado de conservación del mortero, el marés y los cristales. En función del resultado, apuntó Bennassar, igual tendrá que restaurarse todo el rosetón.
Ni la consellera insular de Cultura, Maria Lluïsa Mascaró, ni el director general de Patrimoni, Biel Cerdà, conocían ayer los pormenores de la primera inspección de la técnica del departamento que dirigen, la arquitecta del Consell Francisca Cursach. Lo único que Cerdà aportó fue que «por el momento, a falta de más estudios», había sido informado por la arquitecta de que «no podía vincular el desprendimiento de los cristales con el Atiarfoc».