10 de febrer 2008

El órgano de Sant Francesc, a las puertas de conseguir un sonido armonizado y afinado

diariodemallorca.es 10-2-2008

Los técnicos terminarán en tres semanas la manipulación de los tubos del instrumento para adoptar sus sonidos y registros a las peculiaridades acústicas de la iglesia


Óscar Laguna, técnico del taller de Grenzing, prueba algunos sonidos del teclado. Foto: Lorenzo.
M. ELENA VALLÉS. PALMA. El órgano de la basílica de Sant Francesc, situado en el corazón del templo, empieza a palpitar y contraerse para que fluya el aire por sus más de 3.500 arterias, es decir, sus tubos. La armonización, nombre técnico que se le da al proceso de adoptar el sonido de cada uno de los cilindros a las peculiaridades acústicas de la iglesia, se encuentra en su fase final. Los técnicos e ingenieros del taller de Grenzing, encargado de la rehabilitación, calculan que en tres semanas habrán terminado esta fase, que comenzó en diciembre después del montaje técnico.
Los trabajos de armonización arrancaron en los registros de la fachada, los flautados, que son el fundamento de la estructura sonora del instrumento. Y que, por otra parte, coinciden también con la parte más importante del material histórico que se conserva. A partir del cimiento de los flautados, se ha ido erigiendo toda la arquitectura sonora del instrumento. "Se trata de manipulaciones muy pequeñas , de centésimas de milímetro incluso, que se aplican a los tubos", apunta Óscar Laguna, uno de los operarios del equipo de Grenzing, que reconoce también que muchos días tuvieron que trabajar hasta las 4 o las 5 de la madrugada para poder laborar en completo silencio, "sobre todo para acertar con los registros solistas, que son los más delicados, y los graves, que precisan más tiempo para acertar".
En la técnica de la armonización lo que se controla es el caudal de viento y la altura de la boca de cada tubo, "con el fin de conseguir un ataque preciso, equilibrar los armónicos y la presencia sonora de cada cánula, en relación al registro al que pertenecen y a la acústica del templo", apunta Laguna. Sant Francesc está construido en parte con piedra de marés, que es absorbente acústicamente, "pero no afecta de manera relevante al instrumento porque se encuentra en el corazón de la iglesia, que es la posición tradicional", señala el operario.Para llevar a cabo este proceso, se necesitan como mínimo dos personas, una que vaya tocando el teclado y describiendo lo que escucha en la primera planta, mientras que otra, manipula los tubos. "Lo ideal -apuntan los trabajadores- es que haya una tercera persona escuchando desde la planta eclesial, donde se encuentran los feligreses, porque la percepción sonora es distinta". Durante estos dos meses han estado trabajando y conviviendo con los franciscanos: André Lacroix, Daniel Grenzing (el hijo de Gerhard), Óscar Laguna y el propio maestro Grenzing, que estuvo laborando durante diciembre hasta el día de Nochebuena, en que sonó el instrumento durante la misa de Maitines. El organista oficial de Sant Francesc, Arnau Reynés, tocó la sibil·la con más de la mitad de registros armonizados.
Una de las partes innovadoras del titán de las teclas es el cajetín informático que sirve para memorizar diferentes registros. Es muy útil para interpretar temas de la sinfónica romántica y contemporánea por su gran riqueza y variedad acústica.
Tras la armonización sólo faltarán unos días más para rematar la afinación, que es un proceso mediante el cual se da a cada tubo el número de frecuencias justa. Se consigue actuando físicamente en la longitud sonora del resonador.
A principios del año pasado, el órgano se trasladó al taller de rehabilitación de Gerhard Grenzing, sito en El Papiol (Barcelona), que tras la restauración consiguió un Bosch evolucionado, es decir, remató el proyecto dando con un producto instrumentístico que es el que el organista del siglo XVIII habría construido en nuestra era.Las obras de recuperación han ascendido a 830.000 euros, que han sido aportados por el Consell (300.000), Govern y Ayuntamiento (100.000 cada uno), además de otros 250.000 euros procedentes del Instituto del Patrimonio Histórico, un organismo dependiente del ministerio de Cultura, y 80.000 del Banc Sabadell.