diariodemallorca.es 23-10-2008
LLORENÇ RIERA Buena parte de las fiestas y ferias populares de Mallorca van adquiriendo una nueva dimensión. Incorporan actos masivos, muchos de ellos de patente nueva, que tienen su atractivo en el jolgorio sin barreras, lindante con el gamberrismo, que por su condición pública se vuelve tolerante por su exhibicionismo. Espuma, barro, sandía a discreción o cáscaras de frutos secos a granel han comparecido en las fiestas de calle. También lo han hecho los correfocs y los petardos sueltos que en más de una ocasión dejan huella en forma de quemadura sobre bienes públicos.
Acaba de pasar en Santanyí y a la vista de lo ocurrido, no queda muy claro si quema más el hecho poco responsable en sí, o la reacción de quienes tienen responsabilidad de tutela sobre el patrimonio histórico. El incidente concreto es que en la Porta Murada quedan las secuelas de un correfoc que nunca debía haberse organizado ni autorizado en el lugar.
No es la dimensión del estruendo de cohetes temblorosos en los aledaños de la Seu de Palma, en los fastos paganizados de Sant Sebastià pero, salvando la proporción, la Porta Murada de Santanyí es sin duda alguna el lugar más emblemático y de mayor peso específico del caso urbano de Santanyí. Un correfoc no puede ser un incendio, menor, pero incendio al fin y al cabo, contra el patrimonio público. La fechoría, denunciada con buen tino por UM, lleva la firma de Dimonis a Lloure, que por lo visto andan sueltos más de la cuenta porque ellos mismos, en su actuación, deberían haber sido los primeros en mimar a la ahora ofendida Porta Murada. Las manchas de pólvora van también contra los propios actuantes porque hay cosas que no pueden hacerse ni siquiera con careta.
Pero sorprende sobre todo la reacción del Ayuntamiento. Contradiciendo otras versiones, se declara ignorante de lo ocurrido y no se inmuta. Viene a decir que lo hecho, hecho está y que, bueno, el año próximo procurarán estar más vigilantes para evitar que se repitan comportamientos tan desgraciados. Por mucho que diga el edil Llorenç Galmés y rubrique el alcalde, Miquel Vidal, la responsabilidad municipal existe, aunque sea por apatía y vigilancia ausente. El actual gobierno municipal del PP en Santanyí se está caracterizando por una especial afición a echar balones fuera. Ocurrió en el desplome del camino de Consolació y se repite con el pequeño infierno festivo montado en el entorno de la Porta Murada. Un vestigio solemne del siglo XVI exigía mayor respeto. Por su exclusividad en el conjunto patrimonial de Mallorca debería ser objeto de veneración cultural pública.