24 d’octubre 2008

En la calle Ecce Homo

diariodemallorca.es 24-10-2008
JOAN RIERA Algunos de los milagros sucedidos en Palma serían atribuidos, de haber ocurrido en el siglo XXI, a los excesos etílicos de una noche o a la ingesta de pastillas cuyo consumo está al margen de la ley. Pero a finales del siglo XVI o principios del XVII los alucinógenos no formaban parte de la dieta de una monja, en consecuencia los espejismos se atribuían a la intervención divina y quedaba constancia de ellos en el nomenclátor, en la memoria popular y en alguna muestra de devoción popular.
La calle Ecce Homo, entre el convento de las capuchinas y la Rambla debe tal nombre a un suceso maravilloso que en este lugar le ocurrió a Joana Borràs i Noguera. Para la narración seguimos el relato de Diego Zaforteza y Musoles en su obra La ciudad de Mallorca. Se trataba de una mujer a la que la vida colmó de desgracias. Enviudó y perdió a sus cinco hijos. Tras sufrir tanto desastre decidió ingresar en la Tercera Orden Carmelitana. A ella se adherían laicos que se comprometían a seguir las reglas del Carmelo, pero manteniendo sus familias y trabajos.
Por esta razón Joana Borràs vivía en un entresuelo de la calle de la Portella. Desde allí se trasladaba todos los días hasta la iglesia del Carmen, ubicada, antes de su derribo en el siglo XIX, en lo que hoy es el edificio del Instituto Nacional de la Seguridad Social de la Rambla.
Mientras caminaba por la calle que hoy se llama del Ecce Homo, el demonio quiso impedir que cumpliera con sus deberes religiosos. Pretendió cortarle el paso haciéndole ver el mar a sus pies e intentando meterla en el agua. Joana Borrás invocó a Jesucritso y le vio en la representación de la flagelación con la corona de espinas: "Pasa adelante y no temas -le dijo el Salvador-. Siempre estaré contigo". Entonces el mar desapareció y ella pudo seguir su camino para rezar sus oraciones en la iglesia del cercano convento del Carme.
En cuanto llegó contó lo ocurrido a su confesor. Una comunicación innecesaria porque Jaume Torreta ya había recibido una comunicación divina sobre esta aparición o alucinación marina -que no mariana-.
Una capillita, restaurada por ARCA y Sa Nostra en 1995, recuerda aún hoy el prodigio. Además de la figura de la pasión de Jesús, a cada uno de sus lados están representados las dos figuras religiosas más destacadas de la isla: el Beat Ramon Llull y Santa Catalina Thomàs.