06 de juny 2008

Una verja en Planícia

diariodemallorca.es 6-6-2008
LLORENÇ RIERA. El Govern y el ministerio de Medio Ambiente han topado con una verja más espinosa de lo esperado en el momento de adueñarse de las 445 hectáreas que conforman la imponente finca de Planícia en Banyalbufar. La barrera será difícil de abrir y, a la vista de las posiciones que mantienen las partes implicadas, todo hace pensar que el candado que la precinta necesitará, a falta de entente, llave de intervención legal. Por tanto también tiempo y paciencia. El propio conseller de Medio Ambiente, Miquel Àngel Grimalt, ya admitía ayer que la cosa va para largo y que, en el mejor de los casos, la titularidad pública de Planícia y su gestión compartida entre la administración autonómica y la estatal, deberá esperar. La Justicia decidirá. Ocurre cuando las personas no se entienden y cuando los políticos se precipitan a anunciar hechos sin tener pactos sellados ni papeles escritos. En esta tierra, para desgracia colectiva, ya no nos sorprenden estos fracasos.
Resulta que la propiedad de Planícia se opone al derecho de retracto que la Administración confía tener al amparo de la Ley para la Conservación de Espacios de Relevancia Ambiental (LECO) al entender que el Govern dispone de preferencia de compra para cualquier finca de mas de 400 hectáreas y valor forestal de la Serra de Tramuntana. Planícia y sus encinares cuadran a la perfección con esta definición, pero sin embargo el abogado de la propiedad se opuso al derecho de retracto al ser citado ayer en la conselleria de Hacienda para firmar la transferencia de titularidad.
Govern y ministerio de Medio Ambiente tienen previsto pagar por la inmensa possessió 11,2 millones de euros, suma que, según constancia documental en escritura pública, es la que desembolsó la empresa Planícia States como nueva propietaria del lugar. Pero el gozo del Govern queda estancado en un pozo a la espera de mejor ocasión o de resolución judicial.
Era tal su entusiasmo por instalar letreros oficiales en Planícia que el Govern, pese al lánguido estado de sus arcas y al lamento constante de falta de recursos, ya había anunciado que adelantaría todo el desembolso de la compra cuando a él sólo le corresponde pagar 1,2 millones del total de once, porque sólo será titular de 18 hectáreas, incluidas las casas, mientras que las otras 445 serán de propiedad estatal.
Era muy jugoso, sobre todo en la atmósfera de unas elecciones como se produjo, anunciar la compra de Planícia. El Govern, con una gestión de comunicación acelerada de la conselleria de Medio Ambiente, se precipitó y ahora se ha topado con la verja cerrada a cal y canto. La pregunta es inevitable ¿por qué se opone la propiedad al retracto de la Administración? El interrogante sólo puede despejarlo la empresa propietaria pero no parece exagerado intuir que, ejerciendo la preferencia legal, el Govern ha desbaratado un negocio o una previsión de negocio superior en el ámbito privado. Pero aquí, desde el punto de vista del interés por la salvaguarda del patrimonio natural, lo que en realidad importa es la tutela de los enormes bienes que alberga Planícia y en especial sus encinares difíciles de equiparar con otros del Mediterráneo. En este sentido, la titularidad pública es una garantía y por tanto cabe animar la perseverancia del Govern. No olvidemos que estamos en tierra aficionado en exceso a la especulación.