21 de juny 2008

Ascensión al ojo enfermo de la Seu

diariodemallorca.es 21-6-2008

DIARIO de MALLORCA ha podido acceder a la cúspide de la Catedral a través de un andamio de 46 metros de altura para comprobar los daños y el deterioro del rosetón mayor que será reformado

Bennàssar muestra a este periódico el deterioro y las heridas que sufren tanto los cristales como los nervios de marés que los soportan. Fotos: Sebastià Llompart
M. ELENA VALLÉS. PALMA. La proeza de la mañana produce vértigo con tan sólo una mirada de soslayo. Un andamio de 46 metros de altura sobre el altar mayor preside las entrañas de la Catedral. No hay disyuntiva posible: es tan sólo a través de esta mastodóntica estructura que se puede acceder de modo directo al rosetón mayor de la nave central, que sufrió un desprendimiento de varios de sus cristales el pasado 14 de febrero.


Antes de la ascensión, hay que tomar las medidas de seguridad pertinentes: los cascos de protección. La redactora y el fotógrafo, con sus testas a buen recaudo, siguen por las escaleras de la parte derecha del andamiaje al aparejador diocesano, Bartomeu Bennàssar. A medio camino, la extenuación exige una toma de conciencia y de oxígeno. A 20 metros de altura, ya se vislumbra en el lateral derecho una enorme grieta en uno de los muros, "que también será rehabilitado", explica entre resoplidos Bennàssar. Mirar hacia abajo en el meridiano de la singladura no es recomendable para organismos impresionables. La estructura es fuerte, por lo que aporta seguridad al que debe encaramarse a ella y trabajar durante meses. En varios minutos, se llega a la parte más meridional del ojo enfermo de la Catedral, donde una doble malla hace de parapeto a posibles desprendimientos.


Al andamio, que tiene un coste aproximado de 16.000 euros, sólo le faltan unos días para estar totalmente montado. Quedan por ensamblar dos últimos módulos que permitirán tocar el mismísimo techo de la Seu. Desde arriba, se observa lo minúsculo de la vida, que hace pensar simultáneamente en su insignificancia. Sin embargo, a 50 metros del suelo, los humanos se convierten en un microscopio para analizar los daños de la pupila del cíclope sagrado. De cerca, y pudiéndolo incluso palpar, el rosetón parece frágil, herido de muerte. El mortero de cal que soporta los vidrios se deshace en la mano. Queda reducido a polvo, a simples átomos. Arrimando la lupa un poco más, se observa que los nervios de piedra de Santanyí están aún por completar, "por ello hay que terminar de coserlos también". En este sentido, el cabildo ha demandado más información al archivero capitular sobre el diseño original del rosetón. Repasando los cristales, se contabilizan cerca de noventa piezas de vidrio que deben ser cambiadas. Todo entre cristales totalmente fracturados, algunos resquebrajados y otros que no son como los originales y que se utilizaron en intervenciones anteriores. El rosetón está lleno de parches que provienen de diferentes cristaleros. En un mes, asevera Bennàssar, los arquitectos Sebastià Gamundí y Enric Taltavull -que elaboró el Plan Director de la Seu- tendrán listo el proyecto de reforma integral del rosetón. En él, se recogerá el cambio de los cristales que sean necesarios, las tareas de limpieza, su sellado tanto por dentro (con pasta de marés) como por fuera (con silicona), y la colocación de una lámina de protección exterior adhesiva. "Así, si se rompe alguno, quedará pegado y no se precipitará al vacío". En dos o tres meses, señala Bennàssar, podría estar totalmente rehabilitado el rosetón, "lo que pasa es que nos preocupa lo que pueda tardar la licencia de obras del ayuntamiento, que habitualmente se demora mucho".