Una comisión de expertos asesorará en la restauración de los cerca de mil aparatos de medición del tiempo basados en la rotación terrestre que hay en Mallorca.
Imágen:El reloj de sol de Santa Eulàlia.
MATEU CUART. PALMA. Hace unos meses, el especialista en gnomótica -la ciencia que estudia los relojes de sol- Miguel Ángel García Arrando reveló, en Los relojes de sol de Mallorca (catálogo 2006), que la isla es uno de los reductos en los que se concentra una mayor cantidad de ejemplares de estos instrumentos, situándose sobre las 800 unidades, si bien las últimas revisiones podrían aumentar la cifra hasta el millar, muchos de los cuales se encuentran en estado de abandono. Ahora, ARCA se ha decidido a crear una Comisión de Relojes de Sol con la que prevenirlo y fomentar además su conservación y promoción.
Entre las prioridades de la comisión, integrada, además de por el propio García, por Rafel Soler y Joan Serra, todos especialistas de reconocido prestigio, se encuentra la de ofrecer ayuda y asesoramiento técnico para la restauración de los relojes de sol. Sus miembros estarán pendientes "de que no se hagan barbaridades", como las que García asegura que se han perpetrado cuando se ha tratado de reparar estos aparejos. "Muchas veces, el remedio ha sido peor que la enfermedad", dice García, quien recuerda que los relojes de sol "son instrumentos astrológicos que requieren cálculos y, a veces, se ha descolocado la aguja cuando se han pintado", recuerda el especialista.
Una de las iniciativas más curiosas de la nueva comisión, que preve la organización de cursillos y charlas, está relacionada con los colegios. "Queremos acercar los relojes de sol a los centros escolares porque son un instrumento muy apropiado para entender el funcionamiento del Sol y la Terra", afirma García, a quien le agradaría ubicar uno en cada escuela.
El funcionamiento de los relojes de sol es relativamente simple, y se basa en el giro diario de la Tierra sobre sí misma, de modo que el reloj divide los 360 grados de la vuelta en 24 horas, y a cada 15 se le asigna una hora. "Para leerlos hay que hacer como con un reloj de pulsera sin minutera, siguiendo la sombra como si fuera la aguja de las horas", explica García.
Para quienes quieran aproximarse a este mundo, el experto destaca algunos de los relojes de sol más emblemáticos, como los del patio del Bisba y de la calle Portella; y uno de los más modernos, el del Passeig Marítim.
Con ellos, y con los otros centenares escondidos en calles, plazas y conventos, los mallorquines pueden dedicar parte de su tiempo a descubrir como se medía antaño, cuando transcurría al mismo ritmo que ahora aunque sin sobresaltos; antes de que los cronógrafos, el cuarzo, el titanio y el cristal de zafiro inundaran el mercado.