El montaje de la estructura comenzará la semana del 26 de mayo, después del Corpus. Armarlo y desarmarlo, alquiler diario al margen, costará entre 12.000 y 18.000 euros
Imágen: Tres mallas se instalaron bajo el rosetón mayor para atenuar posibles desprendimientos. Foto: B.Ramón
CARLES MULET. PALMA. "Como mínimo hasta el mes de diciembre". El aparejador diocesano, Tomeu Bennàsar, estima que este será, cuando menos, el plazo de tiempo durante el que la Seu albergará en su interior el andamio en forma de puente proyectado para acometer las tareas de reparación y restauración de su rosetón mayor. El montaje de la estructura, que impedirá oficiar el culto durante algún tiempo, está previsto que comience la semana del 26 de mayo, justo después de la fiesta del Corpus Christi. Los actos litúrgicos de Semana Santa, primero, y esta celebración, propiciaron que el cabildo catedralicio decidera posponer por dos veces el ensamblaje del armazón.
CARLES MULET. PALMA. "Como mínimo hasta el mes de diciembre". El aparejador diocesano, Tomeu Bennàsar, estima que este será, cuando menos, el plazo de tiempo durante el que la Seu albergará en su interior el andamio en forma de puente proyectado para acometer las tareas de reparación y restauración de su rosetón mayor. El montaje de la estructura, que impedirá oficiar el culto durante algún tiempo, está previsto que comience la semana del 26 de mayo, justo después de la fiesta del Corpus Christi. Los actos litúrgicos de Semana Santa, primero, y esta celebración, propiciaron que el cabildo catedralicio decidera posponer por dos veces el ensamblaje del armazón.
Hasta la fecha, confirma el propio Bennàsar, "todavía no se ha contratado a ninguna empresa" para su instalación. Sobre la mesa tienen ya dos presupuestos, realizados por sendas sociedades locales. Los informes presentados tasan unos precios que oscilan entre los 12.000 y los 18.000 euros, en concepto de armado y desarmado, arrendamiento al margen. A la espera de un tercera propuesta por parte de otra firma -"que debería llegar como muy tarde la semana que viene"- el arquitecto técnico confirma que en estos momentos se está "negociando" con ellas las cifras a pagar por cada día de alquiler.
Prudente, Bennàsar no se atreve a fechar el fin de las tareas de acondicionamiento del rosetón. "No sabemos lo que nos encontraremos allí arriba", confirma. Al margen de los cristales que se desprendieron el pasado 14 de febrero, desde hace años se tiene constancia de que bastantes más presentan grietas. Además, al delicado estado de salud de las coloridas lunas se añade el problema del avanzado estado de desgaste del mortero del ventanal mayor, que ya hizo sugerir por el aparejador un proyecto integral de rehabilitación. Los nervios que sujetan el peso de los cristales, muy deteriorados, invitan a su restauración. Y así lo hizo saber Bennàsar a la comisión de Patrimonio Histórico celebrada el 12 de abril, en un a petición verbal donde corroboró la conveniencia del arreglo de las erosionadas nervaturas de piedra.
Siete deslucidos meses
Tras la colocación del andamio -para la cual será necesaria instalar temporalmente otra pequeña estructura sobre el prebisterio que provocará el aplazamiento de la misa durante varias jornadas- los técnicos podrán dirimir el estado real del rosetón y establecer la naturaleza y los terminios del proyecto a realizar. La incógnita sobre el estado del conjunto traslada, a priori, el final de las obras hasta que el calendario agote el presente año. Serán siete meses, cuando menos, durante los cuales el altar mayor de la Seu estará flanqueado por las dos grandes torres que sustentarán la pasarela -a cuarenta metros de altura- que permitirá alcanzar el rosetón para estudiarlo y tratarlo.
Mal menor, la colosal estructura está planteada para que por debajo quede liberada la distancia necesaria (5 ó 6) para la celebración de la liturgia. Queda por ver el impacto visual que causará el andamiaje en el visitante, ya acostumbrado forzosamente a la algo deslucida estampa que viene ofreciendo la basílica debido a las tres grandes mallas instaladas en su interior, desde febrero, para recoger los restos de posibles desprendimientos.