diariodemallorca.es 27-12-2007 La rehabilitación de la casa señorial del siglo XVI recuperará los elementos originarios y se convertirá en siete viviendas
Antes de ser una finca de pisos formó parte de la antigua sinagoga y fue la casa de los gremios
La fachada de Can Bennàssar, antes de ser cubierta, vista desde la plaza Porta des Camp.
RAQUEL GALÁN. PALMA. La que a finales de la Edad Media fuera la Casa de los Gremios se convertirá, tras su rehabilitación, en un edificio de siete viviendas de lujo. Sin embargo, no perderá los elementos originarios de valor que aún quedan, como las bóvedas de la antigua sinagoga parcialmente ocupada o el arco gótico flamígero de cinco metros de altura por el que se accedía a la iglesia de Santa Fe, construida al lado, como el convento de las Jerónimas.Dicen que en esta edificación, situada entre la plaza Porta des Camp y la calle Església de Santa Fe, nació el arquitecto mallorquín Gaspar Bennàssar (1869-1933). Después de ser la sede corporativa de los artesanos y mercaderes de Palma, se convirtió en una tahona de aceite y, en la primera mitad del siglo XIX, lo transformaron en un casal señorial de seis viviendas en el que no quedaba ningún vestigio de la crujía única que hacía de la Casa de los Gremios un espacio abierto y diáfano.
RAQUEL GALÁN. PALMA. La que a finales de la Edad Media fuera la Casa de los Gremios se convertirá, tras su rehabilitación, en un edificio de siete viviendas de lujo. Sin embargo, no perderá los elementos originarios de valor que aún quedan, como las bóvedas de la antigua sinagoga parcialmente ocupada o el arco gótico flamígero de cinco metros de altura por el que se accedía a la iglesia de Santa Fe, construida al lado, como el convento de las Jerónimas.Dicen que en esta edificación, situada entre la plaza Porta des Camp y la calle Església de Santa Fe, nació el arquitecto mallorquín Gaspar Bennàssar (1869-1933). Después de ser la sede corporativa de los artesanos y mercaderes de Palma, se convirtió en una tahona de aceite y, en la primera mitad del siglo XIX, lo transformaron en un casal señorial de seis viviendas en el que no quedaba ningún vestigio de la crujía única que hacía de la Casa de los Gremios un espacio abierto y diáfano.
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