14 de febrer 2009

La vida secreta de las paredes


diariodemallorca.es 14-2-2009
Tubería de desagüe empotrada en la pared. Foto: Garrido.

CARLOS GARRIDO Si algo representa para nosotros lo sólido son las paredes. En las categorías de la percepción, un muro es algo impenetrable, compacto. Incluso como categoría moral, un muro representa lo infranqueable. "Es más tozudo que una pared", decimos.
Pero no es verdad. Las fachadas del barrio antiguo están llenas de agujeros y desconchados que nos muestran la vida oculta de los muros. Sus venosidades interiores, secretas. Esos conductos de cerámica o metal a través de los cuales la lluvia pasaba del tejado a las cisternas.
La arquitectura moderna ha olvidado esos depósitos. Pero muchos de los edificios antiguos tenían su propio sistema de recogida de aguas. Luego dejaron de utilizarse. Y en muchos casos fueron cegados.
Entonces, la casa se queda con una especie de subconsciente secreto. Ese lugar misterioso que a veces se descubre porque una pared del sótano suena a vacío. "Aquí hay algo", murmuran. Imaginan una cavidad llena de muertos emparedados, o un tesoro de los moros, o un refugio de la guerra, o un túnel que atraviesa la ciudad. Cualquiera de esas fabulaciones comunes a toda leyenda urbana.
Pero generalmente lo que hay es una cisterna. Y como los conductos que atraviesan la pared no se ven, muchas veces se produce ese fenómeno casi sobrenatural de su despertamiento sin que nadie sepa de su existencia. Cuando un día de lluvia la pared parece musitar, como si estuviese murmurando. Pones el oído y adviertes claramente el sonido muy lejano del agua acaudalada. Un pozo desconocido, un abismo.
Es la cisterna que, pese a todo, se sigue llenando. Aunque no sirva ya para nada. Cuando la lluvia cesa, entonces las últimas gotas resuenan como si fuesen las notas de un instrumento. "Clong, cling". Dirías que la pobre cisterna, muerta de asco, se resiste a volver a su letargo. Y disfruta hasta de la última gota.
Las tuberías ocultas son el sistema nervioso de esa dimensión imperceptible que tienen todos los edificios antiguos.