diariodemallorca.es 28-2-2008
El monasterio aún no ha podido rehabilitar sus maltrechas cubiertas, una obra que costaría un millón de euros
Las cubetas de plástico de los porches del último piso recogen el agua que se cuela por los agujeros de las cubiertas. Foto: Sebastià Llompart
M. ELENA VALLÉS. PALMA. Aunque parezca que el Convent de les Caputxines ha sabido protegerse de las embestidas de Cronos, una visita a los altos deja al descubierto las heridas profundas que padece un edificio que se empezó a construir en 1668.
Por una escalera de caracol, se accede a las cubiertas, donde las palanganas de plástico brotan como setas en el pavimento para recoger el agua que se cuela por los agujeros del tejado. "Cuando llueve, las goteras son abundantes. Cada dos por tres tenemos que subir a vaciar las cubetas", lamenta Jaume Llabrés, comisario del patrimonio artístico del convento junto a Aina Pascual. La remodelación del monasterio de la Puríssima Concepció arrancó en el año 96, con la apertura al público de la colección de belenes. De manera progresiva, las salas de la planta baja del convento se fueron remodelando y habilitando para visita museográfica. En los setenta, se reformó por completo la primera planta del edificio, donde las monjas tienen sus cuartos personales.
Una de las partes más importantes del edificio, sus cubiertas, están en muy mal estado y pueden causar humedades y filtraciones que pueden provocar el posterior destrozo de salas que están en buenas condiciones y son visitadas por ciudadanos y turistas. El proyecto de reforma de las cubiertas, que tienen un perímetro de 3.000 metros cuadrados, redactado por el arquitecto Josep Ferragut, prevé que la restauración ascienda a más de un millón de euros. La rehabilitación está planificada por fases, se dividirá por crujías. La primera parte de la cubierta que sería intervenida es la que da a la zona de la iglesia. A continuación, se seguiría con una zona que está apuntalada, pues amenaza derrumbe, que es la que se conoce como el porche de Sa Porteria. El porche del Dormidor sería la tercera zona a intervenir. Se intentarían repetir los mismos entramados y sistemas que se construyeron en el siglo XVIII y se colocarían unas bovedillas y unas ventanas para dar un uso a los soportales, a los que los comisarios tratarían de darles una salida museográfica. "Ésta podría ser quizás la sala de ornamentos textiles para la liturgia", anuncia Llabrés. Por último, se procedería a arreglar las cubiertas de la casa de la oración.
Llabrés recuerda que las cubiertas que están sobre la crujía donde está alojado el Belén, declarado Bien de Interés Cultural, tuvieron que ser arregladas de urgencia hace cuatro años. El Consell pagó la reparación.
El otro proyecto de rehabilitación ya redactado pero que debería ser actualizado es el que comprende la restauración de la gran pintura del retablo barroco de la iglesia. El cuadro, que reproduce a la Inmaculada, se le atribuye a Joan Montaner i Cladera. La restauración ascendería a 30.000 euros, "pero finalmente sería bastante más", precisa Llabrés. La pintura, la más importante del convento a nivel artístico, está en muy mal estado y en su día ya se clavó en la pared directamente, por lo que absorbe de modo directo la humedad. Los trabajos, entonces, también incluirán el montaje de un bastidor para el lienzo.
Los costes de la reforma no pueden ser asumidos por la orden franciscana, propietaria de este convento abierto al público. Llabrés señala las únicas vías posibles de financiación: "Tendremos que ir pidiendo subvenciones tanto al Govern como al Consell, así como al obispado".