02 de març 2008

´Estábamos de acuerdo en que debíamos remar en una dirección´

diariodemallorca.es 2-3-2008
José Francisco Conrado, Francesc Fiol, Joan Darder y Mercè Gambús analizan la trayectoria de la Fundació Art a la Seu

Los miembros de la Fundació Art a la Seu, con Miquel Barceló. Foto: David Martínez
MIGUEL VICENS. PALMA. Es un recorrido de casi seis años jalonado de acuerdos, tensiones y algún secreto sin contar, una gran empresa que reunió, como nunca antes había sucedido en Mallorca, a entidades, públicas y privadas, así como a personalidades de muy diferente procedencia en torno a un objetivo común.
El nacimiento de la Fundació Art a la Seu el 1 de julio de 2002 desbloqueó e impulsó económicamente la intervención de Miquel Barceló en la Catedral, hasta entonces sólo una idea definida, pero sin sustento real. Y lo hizo en un momento difícil en que ese proyecto se encontraba en un callejón sin salida, con el artista a punto de anunciar su renuncia.
Por contra, la disolución de la entidad, producida el pasado 22 de febrero, un año después de la multitudinaria inauguración presidida por los Reyes, pareció por eso mismo un acto extemporáneo. Pero de esa forma quisieron los patronos dar oficialmente por cumplido el objetivo fundacional, que generó unos gastos de 3,9 millones de euros y arrojó un superávit de 99.000 euros.
Durante casi seis años de recorrido, por el patronato de la Fundació Art a la Seu pasaron dos obispos, Teodoro Úbeda y Jesús Murgui; tres rectores de la UIB, Llorenç Huguet, Avel·lí Blasco y Montserrat Casas; dos gobiernos de Francesc Antich y uno de Jaume Matas, así como los respectivos representantes del Consell de Mallorca y Cort durante tres legislaturas, del cabildo catedralicio y de Fundatur. "Fue un milagro que nos pusiéramos de acuerdo, sobre todo teniendo en cuenta la variedad ideológica de los representantes políticos que pasaron por el patronato", reconoce con perspectiva José Francisco Conrado de Villalonga, representante de Fundatur y la persona a la que el obispo Teodoro Úbeda acudió cuando en 2002 el primer Govern de Antich se demostró incapaz de encontrar financiación para el proyecto. "Con Úbeda me unía una estrecha amistad. Nos pidió ayuda y se la prestamos", relata Conrado, patrono de la Fundació La Caixa y responsable de la nueva entidad Microbank. "Durante estos años se tuvieron que realizar muchas gestiones", detalla. "Entre otras, alcanzar acuerdos con las instituciones, negociar con el artista y sobre todo con su representante, Bruno Bischofberger", subraya. Por este motivo y antes de la ejecución de la obra fue tan importante poder firmar el contrato con Barceló". Para Conrado de Villalonga la Fundació Art a la Seu tenía poco sentido más allá de la intervención de Barceló. "Hubiera podido continuar si se hubiera querido, pero tampoco parecía lógico una vez la obra había sido finalizada y pagada".
Francesc Fiol, ahora diputado del Partido Popular en la oposición y durante cuatro años patrono de la fundación como conseller de Cultura del Govern, define la Fundació Art a la Seu que él ha conocido como "el elemento adecuado, la mejor solución para llevar a cabo un proyecto lleno de dificultades, para cubrir las necesidades de financiación de una intervención que en un principio se dijo que no iba a tener costes, lo que era un absurdo", declara. "El tiempo en el que participé en las reuniones hubo una gran cordialidad entre las partes porque todos estábamos de acuerdo en que debíamos remar en la misma dirección. De esas reuniones aprendí algo cada día", afirma.
Si Conrado de Villalonga señala la firma del contrato con el artista, el 29 de agosto de 2002, como el momento más importante, Fiol destaca el impulso que dio Jaume Matas al proyecto en noviembre del 2005, al encontrar financiación para la segunda etapa del proyecto, la de los vitrales.
Por su parte, Joan Darder, actual presidente del cabildo catedralicio, describe el trabajo de la Fundació d´Art a la Seu como "un proceso largo e intenso, testimonio de distintos colectivos de la isla que supieron aunar esfuerzos en torno a un objetivo común, lo que, al margen del resultado material y artístico, ya es beneficioso", subraya. "La Fundació ayudó a que la creatividad de Barceló fuera posible porque con la financiación ésta pudo manifestarse", señala. "Pero a la vez creo que la gestión de la entidad ha ido mucho más allá del apartado económico. La Seu está orgullosa de ese trabajo porque desde entonces el templo ha ganado en protagonismo desde el punto de vista turístico, patrimonial y de cultura religiosa", sostiene el deán de la Catedral, que subraya especialmente el papel jugado por Conrado de Villalonga y Gabriel Barceló.
"Desde el punto de vista financiero y técnico y por la magnitud de la obra y el nivel del autor, la constitución de una entidad como la Fundació Art a la Seu se hizo imprescindible", explica Mercè Gambús, representante de la UIB en el Patronato y profesora de Historia del Arte. "En un escenario de la tradición de la Seu sería difícil imaginar una intervención de este calado de forma unilateral", sostiene Gambús, que descubre que normalmente a las reuniones los patronos asistían con los asuntos solucionados. Y las de mayor dificultad fueron algunas "relacionadas con el portavoz de la fundación", que a la vez ejercía la función de delegado diocesano de patrimonio cultural. La representante de la UIB destaca el papel fundamental del Fundatur y el carácter pionero de la fundación en Mallorca.