Última Hora Digital 29-3-2009
El arqueólogo publicará la investigación después de Semana Santa en su web, 'www.arqueobalear.es'
Reconstrucción de la ocupación de Ses Païsses.
MARIANA DÍAZ . Cuando se cumplen 50 años del inicio de las excavaciones arqueológicas en el poblado talayótico de Ses Païsses (Artá), encabezadas por el italiano Giovanni Lilliu, el actual director de las mismas, el arqueólogo Javier Aramburu, publicará el próximo mes en www.arqueobalear.es su última investigación. Ésta recoge los resultados de las campañas de excavación de 2004, 2005 y 2006 y documenta, en más de 1.000, páginas todos los estados de ocupación del poblado durante unos 700 años, del 550 antes de Cristo al 40 de nuestra era. Además, deja constancia de la segunda gran destrucción de la cultura talayótica.
Caber recordar que este experto ya documentó el primer colapso de la cultura talayótica y la destrucción de los talayots -que eran como torres- hacia el 700 antes de Cristo, producida por un exceso de población. «Había mucha gente y pocos recursos», dice, un problema para el que los talayóticos «nunca encontraron solución». Tras un periodo de relativa recuperación «aparece otra crisis» entre el 550 y el 600 antes de Cristo
La nueva investigación de Aramburu parte de un edificio hallado en la periferia del poblado, junto a la muralla ciclópea del mismo y adosado a ésta, del que ha hecho la reconstrucción de su ocupación en las épocas investigadas a través de 25.000 objetos arqueológicos como madera quemada, semillas, monedas, cerámica, cristal, metales, restos de cal.
El edificio, de forma rectangular y de unos 18 metros de largo, fue construido con piedras de más de dos metros que pesan varias toneladas. Según el arqueólogo, fue una «especie de palacio donde vivía la elite que se entierra en los mausoleos de Son Real». El edificio es coetáneo al levantamiento de las murallas en los poblados, «lo que demuestra que tenían miedo de algo», y hacia el 600 a. de C. desaparecen ambos. El final del mundo talayótico da paso a la cultura baleárica, muy diferente a la anterior.
En el trabajo que dará a conocer Aramburu habrá otras muchas novedades, como los nombres de los que cree son «los baleares más antiguos, dos comerciantes» de Eivissa, surgidos de unos sellos de madera para ánforas encontrados en Ses Païsses hace dos veranos, o el lugar exacto de la que «todo parece indicar» que será la segunda mina de hierro de Mallorca conocida después de la de Bunyola. La ha documentado en una alquería de Artá y «es a cielo abierto». El Arxiduc la cita, comenta, pero su localización se había perdido. «Creo que la importancia del poblado de Ses Païsses viene de esa mina», de la que quedan «restos de mineral de hierro y el torrente está lleno de escoria».
Volviendo a la historia del edificio analizado, una vez arrasado, en su perímetro se construyó un horno de hierro. Hacia el 300 a. de C., ya con la cultura baleárica, se levantó una casa con tejado de arcilla y cubierta plana, del que en la excavación hallaron restos. Después hubo una nueva destrucción y, más tarde, se edificó una villa romana, «problamente ocupada por población indígena que vivía a la manera de los romanos» y que duró, aproximadamente, hasta el 40 d. de C. A partir de aquí, no se sabe nada más del lugar hasta después de la Conquesta, -salió una moneda de plata de Jaume II-, en que se instaló un horno de cal.