20 de setembre 2009

Pseudo Restauración de Raixa

diariodemallorca.es 20-9-2009

Cartas de los lectores

Catalina Porcel Sastre, estudiante de último curso de Arquitectura de Interiores. Palma.

Demasiado bonito lo pintaban! La necesaria y mal llamada restauración de la finca de Raixa, se ha quedado en reforma cutre. Se agradece el propósito del Consell, pero no ha sido suficiente con buenas intenciones. Dicen que el proyecto ha consistido en la interpretación del edificio, sus valores medioambientales, arquitectónicos, antropológicos? Pero yo diría que más bien, ha sido una reinterpretación muy libre y poco respetuosa de una finca de la que Antoni y Joan Despuig no reconocerían más que la fachada.
Me veo obligada a recordar que para una buena restauración es fundamental seguir unas pautas básicas de construcción, teniendo en cuenta desde la historia hasta las técnicas y materiales utilizados en el edifico primigenio, pasando por el estudio de los usos originales de la finca y sus espacios. Pero nadie parece haber puesto atención suficiente a lo mencionado, y si lo ha hecho, no se ve reflejado en el proyecto. Por otro lado restaurar no es barato, pocos especialistas con mano de obra cara, trabajo minucioso y lento, materiales "irremplazables"... En fin, una labor y unos costos que por lo visto no estaban dispuestos a afrontar. Porque ni se han molestado en contratar a un restaurador, que brilla por su ausencia en la ficha técnica de la obra. Al final yo ya pensaba más en el ausente especialista que en lo terriblemente inhóspito del espacio interior.
Los edificios hablan, pero el arquitecto desleal no escuchó a Raixa y ahora la finca no hace más que gritar, entre visitantes y guías, lo desafortunada que ha sido su restauración. Es desgraciadamente típico equivocarse en la recuperación de un espacio así, esta vez el miedo a arriesgar y a proponer un cambio han llevado al desastre. Porque una buena rehabilitación con el punto justo de restauración y un diseño innovador adecuado, hubieran supuesto un gran acierto. Nos hubieran devuelto una finca que añorábamos para vivirla hoy y disfrutarla como mejor sabemos durante mucho tiempo. Ahora ni lo uno, ni lo otro.
Esperemos que el paisajista sea más sensato que sus colegas en la última parte del proyecto, que recién empieza, y que los jardines no terminen pareciendo páramos oscuros y perdidos de nueva Inglaterra. Porque uno cuando visita Raixa no se sumerge en la noble, rural y esplendorosa Mallorca del XVIII. Más bien viaja a un inquietante mundo de indefinición arquitectónica, escaso sentido común y ninguna visión de futuro.