BARTOMEU BESTARD (*) Hace unos días se dio la triste noticia del robo de una serie de bajo relieves de la predela del retablo mayor de la iglesia de Montesión. Esto significa que se ha mutilado uno de los mejores que se conservan en Mallorca, sólo comparable con retablos como el del Corpus Cristi de la Catedral.
La historia del colegio e iglesia de Montesión se remonta al año 1554, momento en que los jurados de la Ciudad y Reino de Mallorca, con el apoyo del Padre Jerónimo Nadal —destacado jesuita mallorquín—, empezaron a hacer gestiones para que Palma tuviese una fundación de la Compañía de Jesús. A los pocos años, en 1561, cinco discípulos de San Ignacio desembarcaron en Mallorca. Los jurados les cedieron una pequeña capilla situada en el antiguo Call mayor de la ciudad. Este templo había sido construido en 1314 sobre una antigua sinagoga. De esta construcción medieval conocemos únicamente sus medidas: 55 palmos de largo, por 33 de ancho.
En 1483 se había convertido en el primer Estudio General de Mallorca gracias a las donaciones de Beatriu de Pinós y Agnés de Pax. La capilla tenía por titular a Nuestra Señora de Montesión. Los padres jesuitas fueron comprando los inmuebles adyacentes a la capilla para fundar allí un colegio destinado a convertirse durante siglos en uno de los centros de enseñanza con más renombre de la isla.
Debido a las reducidas dimensiones de la capilla era imposible realizar la labor propia de una iglesia en ella, por lo que los jesuitas utilizaron algunas parroquias, la Catedral o a la iglesia de Santa Clara para predicar y celebrar la misa. En 1571, el padre Bartomeu Coch, a la sazón rector del colegio de Montesión, decidió impulsar la construcción de una nueva iglesia con unas dimensiones más acordes a las necesidades existentes. Las obras de este importante proyecto fueron posibles gracias, sobre todo, a las subvenciones hechas por fray Ramon de Verí, bailío de la Orden de Malta en Mallorca, considerado fundador de la iglesia. La construcción fue a buen ritmo, pues cinco años después se utilizaba parte de la nueva iglesia, con cuatro capillas a cada lado. La importancia del colegio fue aumentando cada vez más hasta el punto que se tuvieron que unir dos manzanas de edificios, provocando la desaparición de un tramo de la calle de la Pelleteria, concretamente el tramo que conectaba con el Born de Santa Clara, es decir, parte de la actual calle de San Alonso. Corría el año de 1584.
Mientras tanto, las obras de la iglesia continuaban. Hacia 1600 se construía el ábside del presbiterio. En 1607 se encargó el trazado y ejecución del retablo mayor al artista milanés Camillo Silvestre Parrino –murió, por cierto, en Palma en 1612, a la temprana edad de 39 años, siendo enterrado en el convento de Santo Domingo de esta ciudad—. El resultado fue un mueble majestuoso de vocación clasicista, de los mejores retablos existentes en Mallorca. Los bajo relieves de la predela, ahora desgraciadamente desaparecidos, fueron realizados por el propio Parrino. En ellos se representan cuatro escenas de los primeros años de vida de Jesús: La Anunciación; la Adoración de los Reyes Magos al Niño-Dios en el establo; el Nacimiento de Jesús y la adoración de los pastores; y la Circuncisión de Jesús —hecho muy unido a la historia y al nombre de la Compañía de Jesús—.
La fachada de la iglesia, quizás la parte más conocida del conjunto y al mismo tiempo de las más representativas, fue iniciada hacia 1624 y fue finalizada alrededor de 1644, aunque el trabajo escultórico del portal mayor no fue acabado hasta 1683. El tema central de la representación iconográfica del conjunto escultórico que decora la entrada a la iglesia se centra en la imagen de la Inmaculada Concepción, Patrona de Mallorca, tema que comparte con otros importantes portales-retablo absidiales de la ciudad como son el portal de la fachada de la Catedral y el del convento de San Francisco de Palma. No es nada extraño que la Inmaculada sea la imagen escogida para presidir la fachada de la iglesia de los jesuitas, pues estos contribuyeron a su difusión. La Virgen aparece flanqueada por San Ignacio y por San Francisco Javier.
Otro elemento que destaca en el conjunto escultórico es la piedra armera que blasona el portal, la cual aparece flanqueada por dos amorcillos. En ese escudo se representan los cuatro linajes del fundador de la iglesia: fray Ramon de Verí y Despuig, Desbach y Santmartí. Ese mismo personaje es el que está enterrado en una de las más bellas sepulturas que se conservan en Mallorca, situada cerca del presbiterio, donde se le representa en la postura de orante, vestido de negro, como se vestía en la época de los Austrias.
Sin extendernos más, se podría seguir hablando de los muchos tesoros que hay en Montesión: la capilla de San Alonso Rodríguez, un auténtico santuario en el interior de Palma, o del museo… Sirva esta breve reseña histórica como homenaje a esta joya en el corazón de la ciudad que es Montesión, con el vivo deseo de que pronto se recuperen las piezas sustraídas para que vuelvan a ocupar el lugar que les corresponde.
La historia del colegio e iglesia de Montesión se remonta al año 1554, momento en que los jurados de la Ciudad y Reino de Mallorca, con el apoyo del Padre Jerónimo Nadal —destacado jesuita mallorquín—, empezaron a hacer gestiones para que Palma tuviese una fundación de la Compañía de Jesús. A los pocos años, en 1561, cinco discípulos de San Ignacio desembarcaron en Mallorca. Los jurados les cedieron una pequeña capilla situada en el antiguo Call mayor de la ciudad. Este templo había sido construido en 1314 sobre una antigua sinagoga. De esta construcción medieval conocemos únicamente sus medidas: 55 palmos de largo, por 33 de ancho.
En 1483 se había convertido en el primer Estudio General de Mallorca gracias a las donaciones de Beatriu de Pinós y Agnés de Pax. La capilla tenía por titular a Nuestra Señora de Montesión. Los padres jesuitas fueron comprando los inmuebles adyacentes a la capilla para fundar allí un colegio destinado a convertirse durante siglos en uno de los centros de enseñanza con más renombre de la isla.
Debido a las reducidas dimensiones de la capilla era imposible realizar la labor propia de una iglesia en ella, por lo que los jesuitas utilizaron algunas parroquias, la Catedral o a la iglesia de Santa Clara para predicar y celebrar la misa. En 1571, el padre Bartomeu Coch, a la sazón rector del colegio de Montesión, decidió impulsar la construcción de una nueva iglesia con unas dimensiones más acordes a las necesidades existentes. Las obras de este importante proyecto fueron posibles gracias, sobre todo, a las subvenciones hechas por fray Ramon de Verí, bailío de la Orden de Malta en Mallorca, considerado fundador de la iglesia. La construcción fue a buen ritmo, pues cinco años después se utilizaba parte de la nueva iglesia, con cuatro capillas a cada lado. La importancia del colegio fue aumentando cada vez más hasta el punto que se tuvieron que unir dos manzanas de edificios, provocando la desaparición de un tramo de la calle de la Pelleteria, concretamente el tramo que conectaba con el Born de Santa Clara, es decir, parte de la actual calle de San Alonso. Corría el año de 1584.
Mientras tanto, las obras de la iglesia continuaban. Hacia 1600 se construía el ábside del presbiterio. En 1607 se encargó el trazado y ejecución del retablo mayor al artista milanés Camillo Silvestre Parrino –murió, por cierto, en Palma en 1612, a la temprana edad de 39 años, siendo enterrado en el convento de Santo Domingo de esta ciudad—. El resultado fue un mueble majestuoso de vocación clasicista, de los mejores retablos existentes en Mallorca. Los bajo relieves de la predela, ahora desgraciadamente desaparecidos, fueron realizados por el propio Parrino. En ellos se representan cuatro escenas de los primeros años de vida de Jesús: La Anunciación; la Adoración de los Reyes Magos al Niño-Dios en el establo; el Nacimiento de Jesús y la adoración de los pastores; y la Circuncisión de Jesús —hecho muy unido a la historia y al nombre de la Compañía de Jesús—.
La fachada de la iglesia, quizás la parte más conocida del conjunto y al mismo tiempo de las más representativas, fue iniciada hacia 1624 y fue finalizada alrededor de 1644, aunque el trabajo escultórico del portal mayor no fue acabado hasta 1683. El tema central de la representación iconográfica del conjunto escultórico que decora la entrada a la iglesia se centra en la imagen de la Inmaculada Concepción, Patrona de Mallorca, tema que comparte con otros importantes portales-retablo absidiales de la ciudad como son el portal de la fachada de la Catedral y el del convento de San Francisco de Palma. No es nada extraño que la Inmaculada sea la imagen escogida para presidir la fachada de la iglesia de los jesuitas, pues estos contribuyeron a su difusión. La Virgen aparece flanqueada por San Ignacio y por San Francisco Javier.
Otro elemento que destaca en el conjunto escultórico es la piedra armera que blasona el portal, la cual aparece flanqueada por dos amorcillos. En ese escudo se representan los cuatro linajes del fundador de la iglesia: fray Ramon de Verí y Despuig, Desbach y Santmartí. Ese mismo personaje es el que está enterrado en una de las más bellas sepulturas que se conservan en Mallorca, situada cerca del presbiterio, donde se le representa en la postura de orante, vestido de negro, como se vestía en la época de los Austrias.
Sin extendernos más, se podría seguir hablando de los muchos tesoros que hay en Montesión: la capilla de San Alonso Rodríguez, un auténtico santuario en el interior de Palma, o del museo… Sirva esta breve reseña histórica como homenaje a esta joya en el corazón de la ciudad que es Montesión, con el vivo deseo de que pronto se recuperen las piezas sustraídas para que vuelvan a ocupar el lugar que les corresponde.