A pesar del valioso patrimonio bibliográfico y artístico que alberga, un tercio de la superficie de la sede de la Arqueològica Lul·liana no puede utilizarse por falta de reformas y de ayudas públicas para pagarlas
PERE MARÍ. PALMA.Pocas entidades culturales existen en Mallorca con tanta historia y trayectoria como la Societat Arqueològica Lul·liana. Por ello, sorprende el olvido institucional y la escasa prioridad que se ha otorgado a la conservación de su abundante y diverso patrimonio. "Esta última legislatura ha sido horrorosa para nosotros. Han llegado muy pocas ayudas públicas", relata Antoni Planas, vicepresidente de esta centenaria institución.
A simple vista, se observa que en su sede las necesidades son muchas. La última planta entera, el porxo del Casal Aguiló (un edificio del siglo XVII), que supone un tercio del espacio total de la sede de la Lul·liana, no puede usarse. El suelo no podría soportar el peso de muchos muebles y libros.
La rehabilitación del patio y su fachada, con huellas visibles de humedad, es necesaria, "pero antes es esencial trabajar en los forjados del porxo, para poder volver a usar sus espacios. Luego, colocar un montacargas para transportar libros y material", clama Guillem Rosselló Bordoy, miembro de la junta de gobierno de la Lul·liana. En su opinión, "la entidad ha hecho mucho por el patrimonio de isla. La creación del Museu de Mallorca no se entendería sin la Arqueològica. Pero tanto trabajo no ha recibido igual respuesta del Govern" y de otras instituciones públicas.
No se ha hecho ninguna reforma integral del Casal desde el traslado de la entidad en 1972. Sólo se han arreglado algunos retazos. En 1994, con fondos de la conselleria de Cultura del Govern en tiempos de Munar, la planta baja, con el salón de actos. Años después, con Damià Pons en Cultura del Consell, se aportó una cantidad adicional que permitió arreglar el tejado y renovar la instalación eléctrica.
La asociación, a pesar de su meritorio trabajo, no cuenta con ingresos económicos suficientes para emprender una reforma de envergadura. Tampoco para otras necesidades evidentes. Clama al cielo el estado de la colección de arte del Casal Aguiló, con más de 60 pinturas del siglo XVI al XIX. Una parte importante precisa restauración e investigación. Mediante convenios y el préstamo para exposiciones, se restauran algunos (el último, un retrato del Pare Nadal, gracias a Sa Nostra), pero el ritmo es lento. Llama también la atención que se acumule material en algunas salas cuando existe tanto espacio en la última planta que no se usa por falta de reformas.
2006 acabó para la Lul·liana con unos ingresos de algo más de 26.400 euros (y 7.800 euros de subvenciones públicas, habitualmente con mayoría de aportaciones del Consell). "Con los pocos recursos que tenemos, hacemos muchísimo", asevera Maria Barceló, presidenta de la Lul·liana, quien describe que la reciente polémica sobre el códice luliano sustraído (y luego recuperado por la entidad), "hizo mucho daño".
Entonces, la Lul·liana obtuvo promesas de apoyo de la conselleria balear de Educació i Cultura de Francesc Fiol. Unas promesas que con el relevo tras las elecciones están en el aire y hay que volver a negociar. Se trató la concesión de ayudas a través del Cofuc para llevar adelante las obras de infraestructura precisas, tramitar becas y llevar adelante la catalogación informatizada de los fondos Aguiló y Jeroni Rosselló, además de pagar la licencia de un programa de gestión documental informática llamado Archidoc. La Arqueològica quiere volver a plantear estos temas al nuevo Ejecutivo. Mientras, prosigue sus actividades con nuevas iniciativas, como la convocatoria de su primer Premi d´Estudis Històrics Estanislau de Kotska Aguiló, que se concederá en octubre. El premio será la edición de la obra por Lleonard Muntaner.