CARLOS GARRIDO
Debe de ser una de las calles más cortas de Palma, apenas una decena de metros. Y también una de las más cutres. Llena de contenedores de basura, de gatos vagabundos, un jardín abandonado, desperdicios, dejadez y olvido. Y sin embargo, tiene el privilegio de un nombre rimbombante: Carrer del Patrimoni.¡Pues vaya patrimonio!Antes de las últimas reformas de la Plaça Mediterrània, quedaba como un callejón entre antiguos muros, festoneada por la vegetación de algún jardín descuidado. Era una vía minúscula y recoleta, encajonada en el corazón del antiguo Terreno. Fronteriza con los terrenos del lazareto, en lo que hoy es el Parc de la Quarantena. Daba pábulo a todo tipo de ensoñaciones sobre bancos umbrosos, jardines goteantes, casas coloniales medio decadentes.Por desgracia, el destino le deparaba una suerte infausta. Con las obras para abrir una nueva vía, la reordenación de la zona y la construcción de nuevas viviendas, la calle ha quedado virtualmente destruida. Sólo un portal, patéticamente pintado de fucsia y con el número 8, recuerda que fue una zona habitada. Aunque ahora por ese pasillo sólo se adivinan paredes caídas, hojarasca y mucho gato vigilante. Restan, eso sí, las nobles paredes que definían esa calle. Y una potente enredadera que cae ante la indiferencia de todos.Esta plaza es el compendio de las desdichas del Terreno. Lo que antaño fuera zona festiva y de vida nocturna se ha ido convirtiendo en hábitat degradado, lleno de casas vacías y puertas atrancadas. Lugar de noche turbia y bronca esquinera. De coche, basura y vomitona.Y el Carrer Patrimoni ni es carrer, ni tiene patrimoni, ni siquiera lleva a ningún sitio. Está limitado por los contenedores por un extremo, y cerrado por una pared en el otro.Yo recomiendo una larga meditación en este enclave terrenero. Parecido a las lamentaciones ante las ruinas de Itálica de Rodrigo Caro: "Estas Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora/ ruinas que esparció rústico arado/ fueron un tiempo Itálica famosa".Simbólico nombre. Carrer del Patrimoni.