diariodemallorca.es 7-12-2008
En la emblemática ´possessió´ de Calvià perviven elementos que en su día dieron pie a innumerables fabulaciones
Piedra en forma de corazón que sobresale de una pared de las casas. Foto: X. Terrassa
I. MOURE. CALVIÀ. Piedras que sobresalen de la pared en forma de corazón a las que se dan explicaciones sobrenaturales. Cruces para ahuyentar las apariciones de un conde que en vida aterrorizó con torturas a sus enemigos. Construcciones que sirvieron un día para albergar las investigaciones de un científico inofensivo que acabó perseguido por una turbamulta.
Son elementos de otra época que perviven todavía en la finca de Galatzó y que en el pasado sirvieron para avivar un halo de misterio en torno a la emblemática possessió de Calvià, que en 2006 fue adquirida por el Ayuntamiento. La historia de la propiedad -donde existen rastros de ocupación humana desde el 1.000 antes de Cristo-, su funcionamiento como típica possessió mallorquina, el relato de su auge y su decadencia, y el reciente impulso a su recuperación tras la compra municipal forman parte del libro Aproximació a la finca pública de Galatzó, del historiador Xavier Terrassa.
Uno de los capítulos de la obra se dedica a recopilar las historias y leyendas que rodean a la finca. En este ámbito un antiguo noble mallorquín del siglo diecisiete acapara el protagonismo. Se llamaba Ramon Burgues Zaforteza, pero es más conocido como el Comte Mal. Este nombre no es casual. Las leyendas que germinaron a partir del siglo diecinueve -aventadas por las corrientes románticas- han dado la imagen de un ser despiadado que no tenía compasión con sus enemigos. En la finca de Galatzó, pervive una roca con agujeros. La famosa s´Argolla. La leyenda dice que allí se atravesaba una barra que servía para mantener amarrados a los cautivos. El Comte Mal no sólo aterrorizó en vida. Tras su muerte, lo hizo aún más. El estudio del historiador Xavier Terrassa se hace eco del hecho de que en una de las habitaciones de las casas de la posesión hay una piedra en forma de corazón que sale de una de las paredes. Antiguamente se creía que era el corazón del malvado aristócrata, quien, según las creencias populares, a pesar de estar en el más allá aún tenía tiempo de cabalgar por las noches en sus dominios. Bastaban el ruido del viento o el aullido de algún animal para alentar el miedo. Incluso los responsables de la finca tenían dificultades para encontrar trabajadores por ese motivo.
Más verosímil es la historia de Francesc Aragó, personaje que no ha llegado hasta nuestros días filtrado por fabulaciones diversas. Era un científico francés que a principios del diecinueve se trasladó a Mallorca. Ubicó su lugar de operaciones en lo alto de s´Esclop, en la possessió de Calvià. Una construcción en ruinas recuerda aún hoy su estancia. Como recuerda Terrassa en su estudio, Aragó no eligió un buen momento para venir a España. Era francés en el país que se iba a rebelar contra las fuerzas invasoras francesas de Napoleón. La rebelión comenzó y el científico se convirtió en un objetivo.
A partir de aquí, su historia adquiere tintes de novela de aventuras. Unos exaltados fueron a Galatzó para capturarlo. Sin embargo, Aragó, avisado por un conocido, logró escapar vestido de típico payés mallorquín. En su huida, se cruzó incluso con la expedición de captura. "Nadie me reconoció, porque yo hablaba perfectamente el mallorquín", escribiría después en sus memorias. Su periplo no acabó aquí. Fue detenido en Palma y encarcelado, aunque al final logró regresar a Francia.