diariodemallorca.es 20-11-2008
MATÍAS VALLÉS El Govern semiprogresista denunció Son Espases antes de las elecciones, y lo mantuvo inalterado una vez en el poder. Idem con el modelo de gestión de IB3. Por tanto, el PSOE ejerció una oposición incondicional. Si la izquierda ha traicionado a su electorado en los aspectos básicos de la convivencia -sanidad y televisión-, cuesta garantizar que la patente complicidad con el ejecutivo de James Matas no se extenderá a cuestiones penales. Ante el descubrimiento en la parcela del hospital de un tesoro arqueológico del primer milenio antes o después de Cristo, los progresistas han fingido la extrañeza de ordenanza cuando son pillados en flagrante contradicción. A través de una nota ejemplar, los vecinos de La Real se asombran de que alguien se asombre de la existencia de yacimientos en la zona. Admitamos que el PP se hubiera limitado a sumergir los restos en hormigón, ahorrándonos el sonrojo que hoy compartimos con ustedes.
Afronté el descubrimiento con mi proverbial sangre fría y una salvedad. Recordé a los escandalizados que "si se encuentran osamentas humanas, se trata de una visita oficial del Govern al hospital", dado que un arqueólogo saturado de trabajo podría confundir la parsimonia característica de Antich con una momificación. Nada hay más engorroso para un político que tropezar con una zona contaminada por la historia. Sin apartarse un milímetro de la herencia recibida, el ejecutivo autónomo debe culpar a Matas de haber esparcido esos restos en el subsuelo, so pretexto de que estaba construyendo un Metro.
Una vez excavados los restos de edificaciones que sólo desconocía el Govern, hay que rezar a Sant Bernat para que nuevos descubrimientos no entorpezcan la aniquilación de La Real. Antes de responsabilizar a Bartomeu Vicens, el president debe recordar que no tiene nada que temer de la oposición. El PP está tan ocupado en su autoliquidación que no le queda margen para controlar la labor del ejecutivo. En resumen, el PSOE no ha destruido menos, ha gobernado menos.