El Consell de Mallorca acuerda incorporar este inmueble de la calle Sant Crist al catálogo de protección de edificios
Una de las fachadas del inmueble está en la calle Sant Crist. Foto: F. H.
FAUSTINO HORRACH Ciutat está de enhorabuena cada vez que un nuevo edificio se incorpora a su patrimonio histórico. El último edificio en ingresar oficialmente al conjunto monumental del Casc Antic ha sido la Antigua Can Malla, una edificación de origen medieval -como testimonian algunos elementos góticos todavía existentes- de estilo barroco muy reformado con una edificación interior datable en el siglo XIX, tal como indica la nueva ficha que se incluirá con su descripción en el Catálogo de Protección de Edificios del que va a formar parte.
La comisión de Patrimonio Histórico del Consell de Mallorca acordó el pasado 15 de septiembre registrar este edificio de la calle Sant Crist, que esquina con la calle Campana, con un nivel de protección B. Esta categoría obligará, en futuras reformas o planes urbanísticos, a la conservación estructural (no integral) de sus elementos para proteger las características de este edificio en el entorno donde se ubica.
Las dos fachadas de este edificio, como elementos arquitectónicos que definen su forma y su configuración con el espacio exterior, quedarán ancladas a este espacio mientras sus paredes aguanten. Los palmesanos podrán disfrutar de los elementos de este inmueble de tres y cuatro plantas que destaca principalmente por su gran jácena central (la gran viga de piedra) que divide las dos paredes principales de sus dos fachadas que todavía conservan su artesanados en buen estado.
El entorno de este enclave, caracterizado por la presencia de la iglesia de Santa Eulalia -cuya fachada ocupa todo el lateral de la calle Sant Crist- y repleto de casas señoriales, se asegura construir la historia en piedra junto a este inmueble que, según apunta su ficha, entre otras actividades, estuvo dedicado a albergar un almacén y taller de tejidos. Actualmente el local de acceso del edificio aloja una imprenta y el resto de la edificación se encuentra deshabitada.
El Terreno es otra zona donde se deberían proteger algunas de las grandes villas que se construyeron a finales del siglo XIX y XX con el florecimiento de la nueva burguesía palmesana. Muchas de las grandes casas que se edificaron bajo las nuevas fortunas de Ciutat muestran un estado evidente de abandono y decrepitud. La contingencia de esta triste estampa no es solo el patrimonio histórico de la ciudad que se pierde y una evidente mala imagen para el barrio, pues lo peor es que los vecinos deben sufrir la contaminación animal de su abandono. Muchas de estos inmuebles disponen de amplias zonas ajardinadas que crecen de forma salvaje donde se refugian alimañas de todos los tamaños.
Donde sí cuidan los jardines es en la zona de s´Indioteria. En esta época del año es habitual encontrar los contenedores de basura repletos de desechos producidos por la poda de árboles y arbustos de las casas privadas del barrio. El problema es que pocos de estos residentes utilizan los contenedores de poda -también por la ausencia de ellos- y llenan los vagones dedicados a la basura regular, incluso los del reciclaje del papel o plásticos. Esta ausencia de civismo no solo impide que se pueda aprovechar el ramaje y la hojarasca para conseguir nutritivo compostaje para los campos, sino que acaba con el ciclo del reciclado -o al menos lo dificulta- del resto de materiales.
Una de las fachadas del inmueble está en la calle Sant Crist. Foto: F. H.
FAUSTINO HORRACH Ciutat está de enhorabuena cada vez que un nuevo edificio se incorpora a su patrimonio histórico. El último edificio en ingresar oficialmente al conjunto monumental del Casc Antic ha sido la Antigua Can Malla, una edificación de origen medieval -como testimonian algunos elementos góticos todavía existentes- de estilo barroco muy reformado con una edificación interior datable en el siglo XIX, tal como indica la nueva ficha que se incluirá con su descripción en el Catálogo de Protección de Edificios del que va a formar parte.
La comisión de Patrimonio Histórico del Consell de Mallorca acordó el pasado 15 de septiembre registrar este edificio de la calle Sant Crist, que esquina con la calle Campana, con un nivel de protección B. Esta categoría obligará, en futuras reformas o planes urbanísticos, a la conservación estructural (no integral) de sus elementos para proteger las características de este edificio en el entorno donde se ubica.
Las dos fachadas de este edificio, como elementos arquitectónicos que definen su forma y su configuración con el espacio exterior, quedarán ancladas a este espacio mientras sus paredes aguanten. Los palmesanos podrán disfrutar de los elementos de este inmueble de tres y cuatro plantas que destaca principalmente por su gran jácena central (la gran viga de piedra) que divide las dos paredes principales de sus dos fachadas que todavía conservan su artesanados en buen estado.
El entorno de este enclave, caracterizado por la presencia de la iglesia de Santa Eulalia -cuya fachada ocupa todo el lateral de la calle Sant Crist- y repleto de casas señoriales, se asegura construir la historia en piedra junto a este inmueble que, según apunta su ficha, entre otras actividades, estuvo dedicado a albergar un almacén y taller de tejidos. Actualmente el local de acceso del edificio aloja una imprenta y el resto de la edificación se encuentra deshabitada.
El Terreno es otra zona donde se deberían proteger algunas de las grandes villas que se construyeron a finales del siglo XIX y XX con el florecimiento de la nueva burguesía palmesana. Muchas de las grandes casas que se edificaron bajo las nuevas fortunas de Ciutat muestran un estado evidente de abandono y decrepitud. La contingencia de esta triste estampa no es solo el patrimonio histórico de la ciudad que se pierde y una evidente mala imagen para el barrio, pues lo peor es que los vecinos deben sufrir la contaminación animal de su abandono. Muchas de estos inmuebles disponen de amplias zonas ajardinadas que crecen de forma salvaje donde se refugian alimañas de todos los tamaños.
Donde sí cuidan los jardines es en la zona de s´Indioteria. En esta época del año es habitual encontrar los contenedores de basura repletos de desechos producidos por la poda de árboles y arbustos de las casas privadas del barrio. El problema es que pocos de estos residentes utilizan los contenedores de poda -también por la ausencia de ellos- y llenan los vagones dedicados a la basura regular, incluso los del reciclaje del papel o plásticos. Esta ausencia de civismo no solo impide que se pueda aprovechar el ramaje y la hojarasca para conseguir nutritivo compostaje para los campos, sino que acaba con el ciclo del reciclado -o al menos lo dificulta- del resto de materiales.