diariodemallorca.es 1-3-2008
Pere Rabassa propondrá a la comisión de seguimiento de la reforma una nueva implantación urbana que despeje los alrededores de la construcción para destacarla en su contexto y recuperar la cubierta plana original
Dos árboles y varios contenedores de basura ocultan la fachada de Sa Llonja que mira al Passeig Sagrera. Fotos: M. Massutí
El patrimonio desluce junto a los desperdicios y a la vegetación excesivamente frondosa. Acceder a la parte trasera de este monumento es una empresa inviable en estos momentos, puesto que ahí se emplaza el jardín del Consolat de la Mar, cerrado a cal y canto por una verja de hierro.
Ante tal ubicación de la construcción del gótico civil más emblemática de la ciudad, el arquitecto Pere Rabassa, encargado de ejecutar las obras de reforma -con un presupuesto de 2,5 millones de euros- explica a DIARIO de MALLORCA, durante el recorrido comentado por el monumento, que "hay que aprovechar la rehabilitación para replantearse la implantación urbana del edificio". Es por ello que Rabassa añadirá una petición más a la que ya tiene pensada plantear a la comisión de seguimiento de las obras. Por una parte, demandará recuperar la cubierta original plana del edificio que había proyectado su arquitecto, Guillem Sagrera. Por otra, solicitará la singularización urbana del edificio a raíz de su asentamiento actual en el contexto, que resulta poco adecuado por el ocultamiento del monumento y por la dificultad ante la que se encuentra el ciudadano de rodear el edificio a pie.
El arquitecto señala una zona de aparcamiento en la calle de la Llotja de Mar, casi pegada al edificio gótico, y que sólo deja un pequeño pasillo de acceso para los transeúntes. "Esto supone una obstrucción más para hacer un recorrido por el perímetro de Sa Llonja", señala, "y debería buscarse una solución a todo ello pidiendo permiso al ayuntamiento y al Govern para retirar todo este tipo de obstáculos que no permiten destacar el monumento en su entorno". En el caso del jardín, el arquitecto reitera que lo mantendría, pero que lo abriría al público. En cuanto a la vegetación, subraya que las palmeras son los árboles más adecuados para estar junto a Sa Llonja, porque son de tronco delgado y poco frondosos, así como frutales que no crezcan demasiado, como los naranjos, y que no puedan ocultar la estampa de la construcción.
Rabassa propondrá también tirar abajo la cubierta inclinada que se levantó dos siglos después de que el edificio civil fuera construido por Guillem Sagrera en el XV. De momento, el proyecto que se ejecutará es el del ministerio de Fomento, ideado por Gloria Alcázar, que contempla la rehabilitación de la cubierta inclinada que consistirá en desmontar el revestimiento de teja que está sobre la bóveda para sustituirlo por una cubierta de madera forrada por láminas de cobre, toda para resolver, con menos peso que el actual, la impermeabilización, puesto que la actual cubierta padece filtraciones de agua.
Las otras intervenciones en el edificio consistirán en la limpieza de la piedra de la fachada y la eliminación de hongos y líquenes con métodos basados en vapor, líquidos no agresivos e incluso láser. El sistema eléctrico y la iluminación se modernizarán también para poder dar servicio después a los posibles actos que se vayan a desarrollar en el interior. El arquitecto apuntó la necesidad de redactar un protocolo de uso para el edificio. El montaje de exposiciones ha dejado sus huellas: cinta engomada en el pavimento que no puede levantarse, por ejemplo, y cableado por todas partes. "Sa Llonja no es una nave ajena a lo que suceda dentro", aduce. Las escaleras por las que se accede a la cubierta serán también rehabilitadas, así como los cristales de las ventanas, las gárgolas, las estatuas, el mármol del suelo y las puertas de madera de la entrada.