diariodemallorca.es 1-5-2008
SEBASTIÀ VERD.Sa Llonja de Palma, una de las más importantes muestras de arquitectura gótica civil de todo el Mediterráneo, va a ser objeto de una reforma que pretende consolidar su estructura y devolverle el esplendor con el que la dotó Guillen Sagrera. Ya era hora. Su estado de conservación, sobre todo el tejado, dejaba mucho que desear, así que, al fin, gracias a un convenio entre el Govern y el ministerio de Fomento será posible restaurar sus viejos muros y garantizar que pueda seguir siendo usada como espacio de exposiciones o escenario para actos de relieve. Una oportunidad que el director de las obras, el arquitecto mallorquín Pere Rabassa, quiere que se aproveche para "singularizar" el edificio frente a su entorno urbano, para darle el realce que se merece y para que los ciudadanos puedan admirarlo íntegramente. Entre otras cosas, pretende que desaparezcan los aparcamientos y contenedores situados a su alrededor, que se eliminen los árboles de gran tamaño -a excepción de las palmeras- que esconden o difuminan el edificio y que se abran al público los jardines situados entre la obra de Sagrera y el Consolat de Mar.
Rabassa, con un amplio historial en la rehabilitación de edificios declarados de interés cultural, se adjudicó el concurso para dirigir las obras de reforma, cuyo proyecto es de Gloria Alcázar, una arquitecta del ministerio que sufraga, a medias con el Govern, los 2´4 millones de euros estimados para la reforma. Y ya como responsable de las obras, pidió la constitución de una comisión técnica formada por todas las instituciones competentes en el Patrimonio, incluida la Universidad, para velar que la ejecución sea todo lo óptima posible. Así, Rabassa ya ha solicitado -y la comisión deberá analizar- rectificar el proyecto inicial para sustituir la actual cubierta inclinada, que data del siglo XVII, por otra plana, tal como fue construida originalmente doscientos años antes. Eso, junto a la limpieza y restauración de los muros, y la modernización del sistema eléctrico e iluminación, es la base del trabajo con el que se quiere que Sa Llonja siga siendo el tesoro arquitectónico que indudablemente es.
Pero Rabassa va más allá y propone no sólo adecentar el entorno de la obra maestra de Sagrera sino la redacción de un protocolo de obligado cumplimiento que en el futuro garantice que los actos o exposiciones que se celebren en su interior no afecten negativamente al edificio. El paso del tiempo ha dejado huella en las paredes de la Llonja, pero alguna de estas huellas son muy recientes -cintas engomadas en el pavimento que no pueden levantarse y cableado por todas partes- y podrían haberse evitado. Este protocolo, que debería ser redactado por la comisión técnica que vigilará las obras o por otros expertos cualificados, es vital para garantizar que el uso que se dé a Sa Llonja sea consecuente con la rehabilitación que ahora se emprende.
Sa Llonja es un edificio emblemático para Palma y es lógico que deba singularizarse dentro de su entorno, tal como sugiere el director de las obras. Nuestra ciudad cuenta con un rico patrimonio arquitectónico que, con demasiada frecuencia, tiene como compañera la suciedad y la degradación. Según Rabassa, el edificio de Sagrera es, a pesar de sus casi seiscientos años de vida, "una lección de arquitectura contemporánea" que hay que acercar a los ciudadanos para que puedan apreciarla como se merece. Lo mismo que otras muchas joyas arquitectónicas, tal vez menos importantes, que debieran verse realzadas. En este sentido, la actuación dentro y fuera de Sa Llonja no deja de ser otra lección de contemporaneidad que no debe desaprovecharse.
01 d’abril 2008
La Llonja y su entorno
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