diariodemallorca.es 15-4-2008
La piedra de mortero que soporta el peso de los vitrales está muy deteriorada y su reforma se incluirá también en el proyecto integral de rehabilitación del ventanal mayor
M. E. V. PALMA. Los nervios que soportan el peso de los vitrales del rosetón mayor de la Seu deberán ser también restaurados, a tenor de la petición realizada por el arquitecto diocesano, Tomeu Bennàssar. Esta solicitud verbal tuvo lugar el pasado viernes en la comisión de Patrimonio Histórico, durante la cual también se dio luz verde al permiso de montaje del andamio interior de cuarenta metros en el interior de la Catedral para acceder al rosetón.
La piedra de mortero que sostiene los cristales está muy deteriorada y se va deshaciendo. Bennàssar ya señaló en su día, cuando se desprendieron los vidrios del rosetón, que sería totalmente conveniente realizar una reforma integral de esta pieza de la Catedral, al encontrarse en un estado avanzado de desgaste.
Los técnicos se pondrán a trabajar en este proyecto de rehabilitación tras la instalación del andamio interior -que se llevará a cabo después de la festividad del Corpus Christi, en el mes de mayo- lo cual les permitirá estudiar con mayor detalle las reformas que deben ejecutarse. El cabildo tuvo que colocar antes de Semana Santa una malla protectora debajo del rosetón por seguridad y para evitar la caída de trozos de mortero sobre el altar, en el cual se oficiaron los cultos de Pascua. Los cristales que deberán reponerse han sido encargados a la cristalería Fiol, que a su vez realizará el pedido a una fábrica alemana que los produce a mano.
Huelga recordar que fue el pasado 14 de febrero cuando se desprendieron varios cristales del rosetón mayor de la Seu. Los informes técnicos del Consell niegan que exista una relación directa de causa y efecto entre la celebración del aTiàr Foc, la noche del pasado 20 de enero, y los desperfectos en los vidrios, a pesar de sobrepasarse los decibelios recomendados. El Cabildo no acusó directamente al ayuntamiento de lo sucedido, pero el deán de la Catedral, Joan Darder, explicó que ese día "vibraron" los cristales y que estaba claro que los cohetes "no hacían ningún bien" a la fragilidad de un rosetón antiguo.