Can Marquès enseña los hábitos de la alta burguesía palmesana
Ímágen:Con el tiempo, esta casa museo se convirtió en una interesante mezcla de estilos.
MÓNICA GONZÁLEZ DOARTE Originalmente, la casa fue comprada para que viviera allí una familia numerosa pero, como explica su dueña, Nieves Barbero, "descubrimos que si queríamos vivir aquí nos la teníamos que cargar pues estaba literalmente destruida". La opción fue realizar un estudio histórico, sin saber muy bien por o para qué. Hoy, Nieves cree que el estudio fue hecho porque "la casa mandó, tiene alma". Por eso, tras mucho trabajo, la convirtieron en una casa museo que, entre otras cosas, muestra cómo vivían las familias de la alta burguesía de Palma hace cien años, a través de sus usos y costumbres.
Ímágen:Con el tiempo, esta casa museo se convirtió en una interesante mezcla de estilos.
MÓNICA GONZÁLEZ DOARTE Originalmente, la casa fue comprada para que viviera allí una familia numerosa pero, como explica su dueña, Nieves Barbero, "descubrimos que si queríamos vivir aquí nos la teníamos que cargar pues estaba literalmente destruida". La opción fue realizar un estudio histórico, sin saber muy bien por o para qué. Hoy, Nieves cree que el estudio fue hecho porque "la casa mandó, tiene alma". Por eso, tras mucho trabajo, la convirtieron en una casa museo que, entre otras cosas, muestra cómo vivían las familias de la alta burguesía de Palma hace cien años, a través de sus usos y costumbres.
Ejemplo de una magnífica casa mallorquina del siglo XIV, está situada en la calle Zanglada, 2 A, a pocos metros del Arco de la Almudaina. "Todos los extranjeros nos conocen, pero para los mallorquines y los palmesanos en particular, somos casi unos desconocidos, algo muy típico", afirma Nieves sin retintín, al tiempo que asegura que "es la única casa señorial abierta en Palma con posibilidades de ser visitada". Cada estancia cuenta con sonidos que rememoran a qué estaba dedicada: en la de baile se escucha el rigodón (baile de figuras, típico de la época); en la capilla, los rezos; y en el comedor, el sonido de los cubiertos y del ajetreo de las cocineras. "Así, la gente lo puede vivir mejor", subraya Nieves Barbero.
Al igual que otras muchas mansiones señoriales del centro histórico de Palma, ha sufrido diferentes reformas y remodelaciones a lo largo de los siglos. Como no cuenta con ningún tipo de subvención (la entrada cuesta seis euros para los extranjeros; cinco para los residentes y tres para los colegios y la tercera edad), la familia de Nieves está a la espera de que les aprueben un proyecto para construir "un hotelito de siete habitaciones que nos permita salvar y conservar la casa".
Con similar objetivo, también está en marcha otro proyecto, en este caso educativo, que aún no se puede desvelar. Si lo aprueban, lo desarrollarán desde el próximo mes de febrero.