27 d’octubre 2007

Isabel Turrent: ´Mi novela es hija del silencio´

diariodemallorca.es 27-10-2007
La analista política, nacida en México, destapó "la caja de Pandora" al rastrear su pasado ´xueta´, corvertido ahora en el libro ´La aguja de luz´

LOURDES DURÁN. PALMA. "Cuando la casa se dormía, yo escribía". Isabel Turrent fue advertida por su tía: "Si escribes de la familia de tu abuela, vas a destapar la caja de Pandora". La analista política no se arredra ante determinados retos. Nacida en México, editorialista de diario El norte de Monterrey y Reforma, ha publicado diversos ensayos, entre ellos La Unión Soviética en América Latina, era el mutismo lo que la laceraba. Su bisabuela Francisca Miró es el engarce a Mallorca y a una historia cruel, la de la persecución de los xuetas, que ella fue rastreando con la persistencia de un sabueso.
"No es un homenaje sino la búsqueda de una identidad perdida. Mi novela es hija del silencio. Había algo trágico de lo que no se hablaba en mi casa", cuenta. Publicado por Planeta en México, ha tenido que desplazarse hasta el lugar donde ocurren los hechos de su novela para presentarla, ayer en el convento de las Madres Reparadoras. "No me cuesta nada encontrar libros anglosajones en México, pero los editados en España tengo que comprarlos aquí", explica con un interrogante en el rostro.
Al "estrellarse" con la palabra xueta -ella que se casó con un judío, el reputado analista e historiador Enrique Krauze-, cuando quedó embarazada, se enteró de su origen. "Mi abuela murió añorando ensaimadas; y yo he aprendido a hacerlas", sonríe golosa Turrent.
La aguja de luz se sitúa en la Palma del siglo XIX, una centuria que fascina a Turrent "porque es el arranque de la modernidad, que aún no ha perdido la elegancia y el sueño del hombre es perceptible". En aquellos tumultuosos años, cuatro calles aglutinaban el cosmos de los judíos que se quedaron en la isla, los llamados despectivamente xuetas. El éxodo a Buenos Aires es mudado, por licencia literaria de la autora, por Londres. Sin embargo, las descripciones históricas de la época son minuciosas.
"Investigar fue muy divertido e ilustrativo. Estuve en la isla cuatro veces y aquí me empapé de su historia. Incluso aprendí catalán al llegar a México, ayudada por el amigo Juan Puig", señala.
Reconoce que "la primera vez que llegué a la isla tuve miedo. ¿Y si no me gusta la tierra de mis antepasados?". Ahora se siente como en casa, aunque aún le cuesta asumir "cómo en un lugar tan hermoso se dieron estas persecuciones". Concede que La aguja de luz es "una novela protesta contra todas las persecuciones". Advierte incluso "cómo también entre los xuetas se desarrolló una endogamia, traducida a su vez en prejuicios de clase social".
La aventura literaria se ha saldado con el tirón por el cogote que ya le está dando una segunda novela. Transcurrirá también en el XIX, sólo que le quedará más cerca: el Yucatán maya.
Del México del XXI que también critica "el hueco político del centro a la izquierda" que provoca que "personas como yo, no encontremos a quién votar".
Sin contemplaciones se carga la figura del subcomandante Marcos al que tilda de "tener una personalidad política bipolar que le lleva a tener una preocupación sincera por las injusticias hacia los indígenas a la vez que mantiene una postura demagógica".
Pese a su semblante dulce, Isabel Turrent saca una ´aguja´, no precisamente de luz hacia España: "Siento que está muy de espaldas hacia América Latina porque están muy volcados hacia Europa". Es partidaria del sueño bolivarista: "Una commonwealth latina".