Servicios Sociales/Nuevos usos para edificios antiguos
proyecto hombre: comiendo en la capilla. La sede principal de Proyecto Hombre está ubicada en un edificio construido en 1924 y que fue cedido por las hermanas Oblates a la organización en 1992. Quedan varios vestigios de cuando las religiosas vivían allí, empezando por la capilla que se ha convertido ahora en el comedor y lugar de renunión de los usuarios. Foto: S. Llompart
"Si ya no podemos servir al pueblo con las personas, lo haremos con los edificios". Así resumía una hermana la situación. Las monjas se van de los pueblos pero siguen sirviendo a sus vecinos al poner a su disposición monasterios y claustros, que vuelven a la vida como guarderías, centros de salud, residencias o casas de cultura. ´Ca ses monges´ recupera así su esencia original.
MAR FERRAGUT. PALMA. Los edificios son como los gatos: tienen muchas vidas. Cuando ya parece que no dan más de sí, pueden revivir. El mejor ejemplo son los conventos. Después de una época de esplendor en la que estos edificios conformaban el eje del día a día de cada pueblo de nuestra isla, hace dos décadas llegó la crisis de las vocaciones. Las congregaciones comenzaron a mermar y esos pasillos fueron vaciándose. El silencio y el vacío se apoderaron de los conventos y seminarios, hasta que en los últimos años comenzaron a resucitar, a reinventarse volviendo a su esencia original: atender a los niños, a los enfermos, al pueblo.
Los usuarios de Proyecto Hombre comen en la capilla. Los visitantes del Casal Balear duermen en las celdas. Los niños pequeños de Búger jugarán en el antiguo refectorio. Las personas mayores de Costitx se encuentran donde alguna vez las monjas rezaron el rosario. En Caimari, te curan el sarampión donde antes durmió una religiosa.
La firma del Concordato entre la Santa Sede y el Estado español en 1851 supuso un antes y un después en la proliferación de estas comunidades y en sus actividades. Para verlo mejor, basta fijarse en el caso de la congregación de las Germanes de la Caritat, tal y cómo recogieron en una publicación del municipio de Esporles, los autores Paco Saez y Rafael Joan.
Las hermanas llegaron a Esporles en 1884 y se marcharon en 2008. Como las otras pequeñas congregaciones femeninas que se fueron fundando en la primera mitad del siglo XIX, se dedicaban a ayudar al pueblo, ofreciendo desde pequeñas curas hasta servicio de escoleta y clases de costura, religión, escritura y lengua.
Ahora, tras 124 años, y aunque se hayan ido, las monjas siguen ayudando al haber cedido el edificio donde residían para hacer un centro para personas mayores. El alcalde, Miquel Ensenyat, recuerda que la hermana superiora resumió bien la idea: "Ya que no podemos servir con las personas, lo haremos con los edificios". La construcción es una de las más emblemáticas del pueblo y es que, ya fuera para recibir una cura o para asistir a una clase, "todo el mundo ha pasado por Ca ses monges". En su despedida, el ayuntamiento cedió a las monjas la medalla de Oro de Sant Pere en reconocimiento.
Reconvertir el antiguo convento en un centro para mayores es una de las apuestas
de los ayuntamientos que han "recibido" esas infraestructuras, como sucede en Sant Llorenç des Cardassar o en Costitx. Varios consistorios de las islas se han sumado a esta opción cuando la conselleria de Asuntos Sociales les ha propuesto habilitar un espacio para los ancianos. A lo largo de este año, además de Esporles, los conventos de Valldemossa, Petra y Porreres serán reformados para hacer centros de día y noche y contribuir así a la aplicación de la ley de Dependencia.
Ahora los municipios tienen más necesidades sociales que cubrir y cada vez es más urgente lograr solares para construir residencias para dependientes, colegios, escoletes, centros culturales, talleres de formación ocupacional o puntos de atención médica. Ante la falta de terrenos, monasterios y claustros surgen como el sitio ideal, teniendo en cuenta además que los vecinos de los pueblos sienten esas construcciones como "algo suyo", tal y como señala el responsable de asuntos económicos del Obispado, Joan Servera, quien admite que la falta de vocaciones y los conventos vacíos son "un problema real" pero que abre nuevas posibilidades.
Ante el ambicioso plan de la conselleria de Educación de construir 2.508 plazas de escoleta pública antes de 2011, varios ayuntamientos han apostado por reutilizar Ca ses monges. De las 35 guarderías que se habilitarán, tres serán en antiguos conventos. Vicenç Arnaiz, responsable de Primera Infancia de la Conselleria, explica la idoneidad de estas infraestructuras: espacios familiares para los vecinos, muy grandes y en medio del pueblo.
El único inconveniente surge cuando las estructuras se reciben en un estado "muy precario", como explica el presidente de Proyecto Hombre, Tomeu Català. Sabe de lo que habla: todos los edificios en los que su organización realiza programas para personas adictas son fruto de cesiones; empezando por la actual sede principal en la calle Oblates, cedido por la congregación del mismo nombre. Cuando hace 15 años aterrizaron en ese enorme edificio construido en 1924, hubo que encarar una reforma "potente": pintar, poner calefacción, instalar ascensores...
Felicidad Martínez, responsable de asuntos administrativos de Oblates, explica que se concedió la construcción a Proyecto Hombre y a Cáritas en 1992 no sólo por el descenso de religiosas, también porque comenzaron a trabajar más de puertas afuera tras muchos años gestionando un internado y, lo más importante de todo, porque compartían un fin social. Cáritas se mudó hace unos años y Proyecto Hombre prepara su propia sede, con lo que el edificio volverá a manos de las hermanas. Lo recibirán reformado.
¿Cómo llegan los niños, los mayores, las personas en tratamiento a ´ocupar´ un convento? Suele ser una cesión gratuita por un tiempo determinado. No hay que perder de vista que, en muchos casos, ese reciclaje es una forma de que un edificio del pueblo vuelva al pueblo, ya que muchas veces se construyeron gracias a donaciones populares. En ocasiones, las congregaciones venden los locales; otras, acuerdan cambiar ese espacio por viviendas nuevas donde puedan instalarse las monjas más mayores. "En Mallorca te enteras si hay un convento vacío", explica Tomeu Català, "te enteras y si tienes una necesidad lo pides a las religiosas y normalmente la predisposición es muy buena".
Otra opción para conseguir un espacio de estas características para destinarlo a un fin social es acudir al Obispado. Así lo hizo hace unos años Esperança Florit, que le
explicó al obispo Teodor Úbeda su deseo: crear una residencia para enfermos y familiares de las otras islas que deben trasladarse a Mallorca para hacer tratamiento y no
poseen recursos para pagarse la estancia. Ubicaron su sueño en un antiguo convento de las Franciscanes. Tuvieron que hacer reformas, ampliar y sacar muebles de donde se podía, pero finalmente hoy el Casal Balear es una realidad con sus 26 plazas cubiertas y sus 11 años de servicio. Y si los conventos se transforman, los seminarios también. Es el caso de la antigua residencia de los novicios anexo al Monasterio de la Real, que hoy es un centro de acogida para inmigrantes extracomunitarios del Consell de Mallorca y gestionado por Cruz Roja.
A lo largo de la historia la cultura también ha paseado por monasterios y claustros como una hermana más, una historia que se repite ahora. El centro cultural de Sóller, por ejemplo, se ubica desde hace décadas en dónde antes vivían las Escolàpies. La capilla se utiliza para hacer distintos actos y las antiguas celdas y clases son las sedes de varias entidades culturales, empezando por la Escuela Municipal de Música. Hasta hace seis años además la cultura y la medicina convivían en ese escenario ya que, al igual que aún sucede en otros pueblos de la Serra como Caimari, allí estaba el centro sanitario del pueblo.
Ésa es la enésima reencarnación de los conventos. Ahora las monjas ya no pueden servir como antes, pero quedan sus antiguas casas, que ayudan a los vecinos con sólo abrir sus puertas.
MAR FERRAGUT. PALMA. Los edificios son como los gatos: tienen muchas vidas. Cuando ya parece que no dan más de sí, pueden revivir. El mejor ejemplo son los conventos. Después de una época de esplendor en la que estos edificios conformaban el eje del día a día de cada pueblo de nuestra isla, hace dos décadas llegó la crisis de las vocaciones. Las congregaciones comenzaron a mermar y esos pasillos fueron vaciándose. El silencio y el vacío se apoderaron de los conventos y seminarios, hasta que en los últimos años comenzaron a resucitar, a reinventarse volviendo a su esencia original: atender a los niños, a los enfermos, al pueblo.
Los usuarios de Proyecto Hombre comen en la capilla. Los visitantes del Casal Balear duermen en las celdas. Los niños pequeños de Búger jugarán en el antiguo refectorio. Las personas mayores de Costitx se encuentran donde alguna vez las monjas rezaron el rosario. En Caimari, te curan el sarampión donde antes durmió una religiosa.
La firma del Concordato entre la Santa Sede y el Estado español en 1851 supuso un antes y un después en la proliferación de estas comunidades y en sus actividades. Para verlo mejor, basta fijarse en el caso de la congregación de las Germanes de la Caritat, tal y cómo recogieron en una publicación del municipio de Esporles, los autores Paco Saez y Rafael Joan.
Las hermanas llegaron a Esporles en 1884 y se marcharon en 2008. Como las otras pequeñas congregaciones femeninas que se fueron fundando en la primera mitad del siglo XIX, se dedicaban a ayudar al pueblo, ofreciendo desde pequeñas curas hasta servicio de escoleta y clases de costura, religión, escritura y lengua.
Ahora, tras 124 años, y aunque se hayan ido, las monjas siguen ayudando al haber cedido el edificio donde residían para hacer un centro para personas mayores. El alcalde, Miquel Ensenyat, recuerda que la hermana superiora resumió bien la idea: "Ya que no podemos servir con las personas, lo haremos con los edificios". La construcción es una de las más emblemáticas del pueblo y es que, ya fuera para recibir una cura o para asistir a una clase, "todo el mundo ha pasado por Ca ses monges". En su despedida, el ayuntamiento cedió a las monjas la medalla de Oro de Sant Pere en reconocimiento.
Reconvertir el antiguo convento en un centro para mayores es una de las apuestas
de los ayuntamientos que han "recibido" esas infraestructuras, como sucede en Sant Llorenç des Cardassar o en Costitx. Varios consistorios de las islas se han sumado a esta opción cuando la conselleria de Asuntos Sociales les ha propuesto habilitar un espacio para los ancianos. A lo largo de este año, además de Esporles, los conventos de Valldemossa, Petra y Porreres serán reformados para hacer centros de día y noche y contribuir así a la aplicación de la ley de Dependencia.
Ahora los municipios tienen más necesidades sociales que cubrir y cada vez es más urgente lograr solares para construir residencias para dependientes, colegios, escoletes, centros culturales, talleres de formación ocupacional o puntos de atención médica. Ante la falta de terrenos, monasterios y claustros surgen como el sitio ideal, teniendo en cuenta además que los vecinos de los pueblos sienten esas construcciones como "algo suyo", tal y como señala el responsable de asuntos económicos del Obispado, Joan Servera, quien admite que la falta de vocaciones y los conventos vacíos son "un problema real" pero que abre nuevas posibilidades.
Ante el ambicioso plan de la conselleria de Educación de construir 2.508 plazas de escoleta pública antes de 2011, varios ayuntamientos han apostado por reutilizar Ca ses monges. De las 35 guarderías que se habilitarán, tres serán en antiguos conventos. Vicenç Arnaiz, responsable de Primera Infancia de la Conselleria, explica la idoneidad de estas infraestructuras: espacios familiares para los vecinos, muy grandes y en medio del pueblo.
El único inconveniente surge cuando las estructuras se reciben en un estado "muy precario", como explica el presidente de Proyecto Hombre, Tomeu Català. Sabe de lo que habla: todos los edificios en los que su organización realiza programas para personas adictas son fruto de cesiones; empezando por la actual sede principal en la calle Oblates, cedido por la congregación del mismo nombre. Cuando hace 15 años aterrizaron en ese enorme edificio construido en 1924, hubo que encarar una reforma "potente": pintar, poner calefacción, instalar ascensores...
Felicidad Martínez, responsable de asuntos administrativos de Oblates, explica que se concedió la construcción a Proyecto Hombre y a Cáritas en 1992 no sólo por el descenso de religiosas, también porque comenzaron a trabajar más de puertas afuera tras muchos años gestionando un internado y, lo más importante de todo, porque compartían un fin social. Cáritas se mudó hace unos años y Proyecto Hombre prepara su propia sede, con lo que el edificio volverá a manos de las hermanas. Lo recibirán reformado.
¿Cómo llegan los niños, los mayores, las personas en tratamiento a ´ocupar´ un convento? Suele ser una cesión gratuita por un tiempo determinado. No hay que perder de vista que, en muchos casos, ese reciclaje es una forma de que un edificio del pueblo vuelva al pueblo, ya que muchas veces se construyeron gracias a donaciones populares. En ocasiones, las congregaciones venden los locales; otras, acuerdan cambiar ese espacio por viviendas nuevas donde puedan instalarse las monjas más mayores. "En Mallorca te enteras si hay un convento vacío", explica Tomeu Català, "te enteras y si tienes una necesidad lo pides a las religiosas y normalmente la predisposición es muy buena".
Otra opción para conseguir un espacio de estas características para destinarlo a un fin social es acudir al Obispado. Así lo hizo hace unos años Esperança Florit, que le
explicó al obispo Teodor Úbeda su deseo: crear una residencia para enfermos y familiares de las otras islas que deben trasladarse a Mallorca para hacer tratamiento y no
poseen recursos para pagarse la estancia. Ubicaron su sueño en un antiguo convento de las Franciscanes. Tuvieron que hacer reformas, ampliar y sacar muebles de donde se podía, pero finalmente hoy el Casal Balear es una realidad con sus 26 plazas cubiertas y sus 11 años de servicio. Y si los conventos se transforman, los seminarios también. Es el caso de la antigua residencia de los novicios anexo al Monasterio de la Real, que hoy es un centro de acogida para inmigrantes extracomunitarios del Consell de Mallorca y gestionado por Cruz Roja.
A lo largo de la historia la cultura también ha paseado por monasterios y claustros como una hermana más, una historia que se repite ahora. El centro cultural de Sóller, por ejemplo, se ubica desde hace décadas en dónde antes vivían las Escolàpies. La capilla se utiliza para hacer distintos actos y las antiguas celdas y clases son las sedes de varias entidades culturales, empezando por la Escuela Municipal de Música. Hasta hace seis años además la cultura y la medicina convivían en ese escenario ya que, al igual que aún sucede en otros pueblos de la Serra como Caimari, allí estaba el centro sanitario del pueblo.
Ésa es la enésima reencarnación de los conventos. Ahora las monjas ya no pueden servir como antes, pero quedan sus antiguas casas, que ayudan a los vecinos con sólo abrir sus puertas.