09 de desembre 2009

El comercio púnico en el Puig de Sa Morisca fue más intenso de lo que creían los historiadores

diariodemallorca.es 9-12-2009
Los materiales analizados indican que los intercambios antes del siglo IV con este pueblo de mercaderes, que traía a la isla vino de Eivissa y estaño, fueron muy importantes
M. ELENA VALLÉS. PALMA. Un grupo de arqueólogos de la Universitat de les Illes Balears (UIB) confirma que el comercio púnico desarrollado en el Puig de Sa Morisca antes del siglo IV a. C. fue mucho más intenso y complejo de lo que en un principio se creía.
Los restos examinados indican que los púnicos comerciaban básicamente con vino que exportaban de Eivissa y con estaño "que no podía venir de la isla Pitiüsa, porque en Balears no existe este metal".
Calvo añade que la llegada de este elemento químico a la isla fue "muy relevante" para obtener bronce, pues éste se consigue a partir de una aleación de cobre y estaño. "Piensa que los púnicos comerciaban por todo el Mediterráneo y podían traerlo de cualquier parte", matiza. El bronce les permitió a los hombres prehistóricos la fabricación de armas, como espadas y puñales. "Lo que no sabemos es con qué comerciaban los que vivían en Morisca. No sabemos todavía qué productos ofrecían", revela. "Sabemos que en otros lugares los púnicos estaban interesados en la sal, pero los de Santa Ponça no sabemos qué intercambiaban".
El análisis científico de los materiales hallados en campañas anteriores, revela que las intuiciones que ya se tenían sobre las relaciones entre los hombres del Talayótico tardío y los púnicos ibicencos son ciertas. "Conocíamos que el impacto fuerte de esta cultura en el yacimiento de Santa Ponça fue a partir del siglo IV y no antes. Creíamos que las relaciones eran más puntuales y menos asiduas al principio", informa uno de los directores del proyecto del Puig de Sa Morisca, Manuel Calvo.
Los investigadores todavía no han finalizado con el trabajo de laboratorio y tampoco conocen cómo funcionaba exactamente la compraventa. "Lo que está claro es que se trataba de un comercio bien regulado y planificado a lo largo del tiempo. Por algo eligieron este monte, que goza de un óptimo dominio visual tanto del mar como de las tierras que le rodean", informa.
Calvo indicó que en estos momentos se está intentado ofrecer una visión del yacimiento más amplia profundizando en diferentes aspectos. "Estamos estudiando también cómo se organizaba el territorio. Sabemos que existía el poblado central del Puig y hemos ido encontrando pequeños asentamientos satélite con los que establecían contactos". El arqueólogo Jaime García está analizando cómo fabricaban la cerámica. Está situando en el mapa los puntos donde los hombres prehistóricos se abastecían de arcilla para hacer sus enseres. Los afloramientos de estos lugares están apareciendo a menos de un kilómetro de distancia del poblado. Otro de los estudios que están en marcha es el del sistema de construcción de los talayots del yacimiento, un sistema que se está mostrando distinto al más habitual en la isla.

Un asentamiento que también eligieron los islámicos
M. E. V. PALMA. Un equipo interdisciplinar de la Universitat de les Illes Balears (UIB) restauraron el pasado mes de abril algunas habitaciones islámicas del poblado islámico del Puig de Sa Morisca, yacimiento que comenzaron a excavar en el año 2000.Los islámicos que ocuparon el montículo del asentamiento construyeron una serie de casas adosadas a la torre talayótica que encontraron. Los arqueólogos que comenzaron a excavar se las encontraron en estado de ruina porque el poblado había sido arrasado por las tropas de Jaume I que en 1229 desembarcaron por Santa Ponça. A partir de ese momento, se abandonó definitivamente esta parte del Puig de sa Morisca. Otro de los hallazgos que se dio a conocer también este año en el yacimiento fue el descubrimiento de un medallón o pijante que el cronista de Palma, Bartomeu Bestard, identificó con el escudo de Togores. La placa de arnés hallada, más que tener un valor histórico en sí, lo que detenta es un valor simbólico. Pues se supone que pertenecía a uno de los caballeros cristianos que llegó con Jaume I y que en la escaramuza contra los islámicos se la arrancaron de la ropa. Tras la restauración, podía verse en la superficie de la pieza la imagen de un grifo alado, uno de los animales mitológicos característicos de la Edad Media.