diariodemallorca 15-4-2009
Un equipo interdisciplinar dirigido por investigadores de la UIB restaura las habitaciones islámicas del yacimiento situado en el Puig de Sa Morisca
Vista del poblado islámico con las tres habitaciones que serán restauradas en los próximos diez días. Foto: Miquel Massutí
M. ELENA VALLÉS. PALMA. La restauración adecuada de un yacimiento precisa siempre de un equipo de trabajo interdisciplinar. Un grupo de estas características formado por arqueólogos, restauradores y margers lleva varias semanas en el parte más elevada del Puig de Sa Morisca restaurando un poblado islámico que científicos de la Universitat de les Illes Balears (UIB) comenzaron a excavar en el año 2000.
En la cumbre del túmulo, desde donde se divisa la ensenada de Santa Ponça, donde desembarcaron en 1229 las tropas cristianas del rey Jaume I, diez personas acondicionan el sector de poblado islámico. En la explanada de la montaña, se distinguen perfectamente tres habitaciones almohades. Justo en la cúspide, una torre talayótica de época anterior. La zona islámica está totalmente excavada. A la inferior, la talayótica, aún le faltan partes por descubrir. El año pasado, el equipo dirigido por Víctor Guerrero, Manuel Calvo, Jaume García, Emili García y Daniel Albero limpió en los bancales de un sector prehistórico para poder acceder a otra parte del yacimiento talayótico.
Los islámicos que ocuparon el montículo construyeron una serie de casas adosadas en torno a la torre talayótica que encontraron. Los arqueólogos que comenzaron a excavar se las encontraron ya de por sí muy destruidas habida cuenta de que el poblado fue arrasado por los caballeros cristianos que conquistaron Mallorca. A partir de ese momento, se abandonó definitivamente esta parte del Puig de Sa Morisca.
La tarea de los margers municipales en esta primera fase de restauración de la zona es trascendental, porque ayudan a colocar las piedras usando las antiguas técnicas de los almohades.
Los restauradores, Margalida Munar y Bernat Burgaya, trabajan en una de las casas de siete metros cuadrados por dos y medio. "En primer lugar, se debe identificar cada piedra del habitáculo. Usamos las fotografías que los arqueólogos fueron realizando a medida que iban excavando. Las piedras desplazadas las vamos colocando", relata Munar, señalando una zona de la casa. Asimismo, se dedican a consolidar las crestas de los muros y los cimientos. En algunos casos, éstos se deben levantar de nuevo. El material que utilizan para trabajar es el mortero de cal; todo para que los resultados sean reversibles y fácilmente identificables. "Así, las partes que no son originales y se han reconstruido están separadas por una banda rosa, el color del mortero de cal", refiere el arqueólogo Manuel Calvo. La legislación sobre patrimonio así lo prescribe.
Una vez todo el yacimiento esté restaurado -en diez días habrán finalizado las tareas- se cubrirán todas las habitaciones con un pavimento de grava. En una segunda fase, se adecuará la zona de ruinas y se cambiará toda la señalización para mejorar las visitas al parque arqueológico.