La comunidad china de Pere Garau aprende castellano, muestra una exposición de ARCA y participará en las fiestas de verano
RAQUEL GALÁN. PALMA. Los tres primeros años que Yinkang Zhan vivió en Palma sólo sabía decir ´hola´ y ´adiós´. Durante un recorrido esta semana por el mercado de Pere Garau, al preguntar a casi una decena de chinos ´¿sabes hablar español?´, todos respondieron que no con una amable sonrisa. "El idioma es lo más difícil", argumenta Zhan con soltura, que ahora lleva nueve años en la isla y preside la asociación de chinos, cuya sede está en el barrio palmesano donde más comercios orientales hay por metro cuadrado. En este amplio local, cuando las tiendas cierran y los lugareños se van a comer, un grupo de entre cinco y diez chinos acude cada día a aprender castellano.
La asociación ha creado dos niveles, el inicial y el avanzado. Este segundo grupo aprendía el jueves los gentilicios de varios países y, aunque la pronunciación aún les costaba, diferenciaban correctamente entre masculino, femenino, singular y plural. "Acabamos de empezar el libro. Yo llevo con ellos desde enero y lo hacen bastante bien", resume la profesora, Jael Barceló, quien se dirige en chino a sus alumnos tras haber aprendido el mandarín durante tres años y medio.
La mediadora del Ib-salut en la zona de Pere Garau, Mercedes Hidalgo, también lo habla. Gracias a ella y a los técnicos del área de Bienestar Social del Ayuntamiento se ha creado una relación para romper la barrera que aislaba a la comunidad china de los demás residentes de esta barriada. "El idioma era un grave problema y, además, no teníamos ningún canal de comunicación, aunque tras la constitución del Consell de Barri -donde se reúnen todos los colectivos de la zona-, la asociación china participa y se interesa por las actividades", tal como explica la técnico sociocultural municipal Maribel Alcázar.
Por ejemplo, en la sede de esta entidad, situada en la calle Jeroni Rosselló, 14, se mostrará a partir del martes la exposición organizada por la asociación proteccionista ARCA sobre la historia de la barriada. "Se ha creado un primer vínculo y a partir de ahí se genera un trabajo en red", destaca Alcázar. La antropóloga y mediadora del consistorio María Antonia Haro añade que "no existe una gran cultura de participación en su país, por lo que hay que facilitarles los medios". Están reaccionando de forma muy positiva, según las profesionales, ya que "siempre dan una respuesta afirmativa a las propuestas municipales, por lo que el mito de que no quieren integrarse se está cayendo día a día".
Por primera vez en la isla, la comunidad china participará en unas fiestas populares. Serán las de Pere Garau el 13 y 14 de junio. "Hace dos años no se vio a ningún chino por allí, el año pasado vinieron a observar y este año ya están sentados con los demás en las reuniones de la organización", comenta satisfecha Alcázar. El presidente, Yinkang Zhan, también se muestra contento con la nueva iniciativa. Adelanta que tal vez haya una Danza del Dragón, muy tradicional en los países orientales durante las fiestas más importantes. "Conocemos a una persona que sabe moverlo", aunque son necesarias más personas, por lo que el vicepresidente de la asociación, Lingyong Du, bromea con que los demás deberán aprender.
Respecto al día a día y la relación con los vecinos, saben que son vistos como una comunidad cerrada. Du lo explica de este modo: "Es verdad, porque al principio no sabemos hablar, los que llegan no entienden a sus vecinos, pero sonríen y es una buena carta de presentación".
El bar de Manolo
"Tienen fama de cerrados, como nosotros los mallorquines, porque al principio no se fían, pero una vez se abren, todo va muy bien. Además, son gente muy trabajadora y nunca se meten en problemas, a diferencia de otros". Este resumen del carácter de los chinos proviene de Manolo Sánchez, el dueño de la cafetería Pedro Garau, en la plaza del mismo nombre. Se ha convertido en un punto de encuentro de la comunidad asiática debido, sobre todo, a que su mujer es china. Ping Feng llegó a Mallorca hace casi dos décadas. Conoció a su esposo cuando visitó China en unas vacaciones y desde entonces están juntos.
Son el vivo ejemplo de la convivencia e integración entre orientales y occidentales. En una mesa del bar también conviven los periódicos locales con uno escrito en los -para nosotros- intrincados carácteres del país de Feng. El diario se llama Europa y China, se edita en Madrid y Barcelona e informa de todo tipo de noticias. "Vuestro idioma es muy difícil -lamenta-, por eso nos gusta seguir con nuestra lengua, pero las nuevas generaciones están perdiendo sus raíces, ya no la saben leer".
También son una sociedad "muy unida, continuamente se ayudan y a Ping le piden muchas cosas: traducir una carta, llamar por teléfono, ir al Ayuntamiento, etc., ya que llegó hace mucho tiempo y todos saben dónde la pueden encontrar", como destaca su marido tras la barra del bar.
Lo mismo le ocurre a la mujer de Zhan, porque es abogada y entiende el papeleo al que se enfrentan los compatriotas que abren un local por primera vez. Es curioso que la mayoría de estos comercios se encuentren en Pere Garau. Según el presidente de la asociación de chinos, "hace unos años era una zona muy barata y está muy céntrica. Yo pagaba 100.000 pesetas por el alquiler de un local de 200 metros cuadrados". En cambio, ahora las rentas son muy caras, asegura, pero los orientales continúan abriendo tiendas aquí.
Lingyong Du afirma que se debe a que prefieren estar "todos juntos, porque así es más fácil" y siempre tienen a quien acudir. Además, "uno vende zapatos, otro ropa, otro bisutería, otro es peluquero, etc., todos con tiendas pequeñas". Empezaron con los restaurantes de comida típica de su país y ahora llevan hasta tradicionales bares de barrio, como La Picada, en la plaza del mercado y regentado desde hace un mes por Wei Zaeng y Weine Gong.
Los inmigrantes orientales, y del resto del mundo, son el presente y el futuro de Pere Garau, aunque los chinos también quieren conocer el pasado de su barriada. Por eso albergarán en su sede la exposición realizada por la asociación ARCA, para aprender de nuestro patrimonio y cultura e integrarse en ella un poco más cada día.