El ministro de Cultura, César Antonio Molina concluyó ayer su visita de cinco días a Balears con una jornada maratoniana en la que recorrió el Museu de Mallorca, Cort, el Parlament, la Catedral y es Baluard
LOURDES DURÁN. PALMA. César Antonio Molina no es sólo un hombre de letras. Semeja también una persona alada, a tenor de la maratoniana jornada que le llevó ayer en un suspiro del Museu de Mallorca, pasando por Cort, el Parlament y la Capilla del Santíssim, reinventada artísticamente por Miquel Barceló a quien el ministro de Cultura lisonjeó como "uno de los más grandes artistas que tenemos y es una fortuna para los españoles. ¡Así es que, los de su tierra, debéis cuidarlo!" Molina cedió sus últimas horas en una comida en el Museu de Es Baluard, previa a la visita a un centro que ya conoce.
El máximo responsable de la cultura estatal se fue con la agenda llena de "los avances y las necesidades de Balears" y con la promesa de volver para comprobar que el Museu de Mallorca ya no es "una sauna", como ayer calificó al concluir su visita, acompañado del presidente autonómico, Francesc Antich; de la consellera de Cultura, Bárbara Galmés, y de su homóloga en el Consell de Mallorca, Joana Lluïsa Mascaró.
"No quería irme sin ver el Museu de Mallorca y comprobar que es una sauna", sacudió con una sonrisa amplia el escritor. Aseguró que "todo está en marcha", y que "en poco tiempo" , el estado de conservación, la red eléctrica y el aire acondicionado de Ca la Gran Cristiana serán una realidad. Con todo, ante el oído atento de la responsable del museo, Joana Maria Palou, Molina recordó que "hay que dar un buen repaso al proyecto museístico".
La advertencia le sirvió para hacerse vate: "Los museos no son seres muertos sino que están más vivos que nosotros mismos. Hay que adaptarlos a los nuevos tiempos". Reiteró, por ello, su intención de que el de Mallorca entre en la Red de Museos Estatales.
Por cierto, un poeta que mira al bolsillo: "Hay que tener unas conversaciones muy amenas con Hacienda porque hay que explicarles que la cultura es inversión que produce beneficios".
Con gracejo y un nuevo guiño a los calores sufridos contemplando tablas góticas, restos talayóticos y pintura decimonónica de ilustres de Balears, abandonó el recinto con un deseo compartido: "Todo está en marcha... Espero que la próxima vez que venga, no pase este calor. ¡Lo digo por las obras!"
La cifra: Madrid destinará 2.700.000 euros para el Museu de Mallorca y el Etnológico de Muro. Sin compromiso firmado, Galmés apuntó que "esperemos que las obras estén concluidas para el 2011, cincuenta aniversario del Museu".
Se pondrán, por tanto, los técnicos en marcha, el director general de Bellas Artes ya está avisado. Conoce de primera mano los entresijos del Museu de Mallorca. También en Madrid están sobre la pista de la documentación relativa a la propiedad del castell de Alaró. Aquí Mascaró adelantó un paso para escuchar las declaraciones ministeriales a un peliagudo asunto.
La llamada a Madrid ratificó que "existe un documento de los años 60 que avala que algo del castillo pasó al Estado. Estamos averiguando qué es". Matizó, por tanto, su aseveración tajante formulada en Formentor, según la cual, el fortín es propiedad estatal. "Consta en el ministerio una documentación por la cual algo o la totalidad del castillo fue del Estado, pero hay que investigarlo y no queremos guerra con los particulares porque la propiedad privada es un derecho democrático". Con todo, el guante lanzado a la familia Ordinas, le sirvió como advertencia: "Debería rehabilitarse, y pueden acogerse a las ayudas que hay. En otoño nos pondremos de acuerdo con los propietarios, pero si el castillo es de ellos, tendrán que reformarlo".
De la calle Portella a Cort, donde Molina y Galmés fueron recibidos por la alcaldesa Aina Calvo y Nanda Ramón, concejala de Cultura. Dialogaron, a puerta cerrada, sobre la tramitación del 1 por ciento cultural que podría revertir en El Temple, Bellver, la Fundació Miró y otras infraestructuras. Antes se topó con los pitidos que los del SAD -Servicio de Ayuda a Domicilio-dedicaban a Grosske.
Una paradita, sin fonda, en el Parlament llevaron al ministro a la Seu, recibido con el baldaquino de Gaudí en estallido de luz y atento a las explicaciones del canónigo Llorenç Tous. "Impresionado" ante la Catedral que sí conocía, se estrenó en contemplar la huella de Barceló, "un viejo amigo", que alabó por "extraordinaria" y "por saber manejar los referentes simbólicos con la modernidad". Concluyó el matutino trasiego en el Baluard, con una comida y una rápida visita. "Volveré", prometió.
LOURDES DURÁN. PALMA. César Antonio Molina no es sólo un hombre de letras. Semeja también una persona alada, a tenor de la maratoniana jornada que le llevó ayer en un suspiro del Museu de Mallorca, pasando por Cort, el Parlament y la Capilla del Santíssim, reinventada artísticamente por Miquel Barceló a quien el ministro de Cultura lisonjeó como "uno de los más grandes artistas que tenemos y es una fortuna para los españoles. ¡Así es que, los de su tierra, debéis cuidarlo!" Molina cedió sus últimas horas en una comida en el Museu de Es Baluard, previa a la visita a un centro que ya conoce.
El máximo responsable de la cultura estatal se fue con la agenda llena de "los avances y las necesidades de Balears" y con la promesa de volver para comprobar que el Museu de Mallorca ya no es "una sauna", como ayer calificó al concluir su visita, acompañado del presidente autonómico, Francesc Antich; de la consellera de Cultura, Bárbara Galmés, y de su homóloga en el Consell de Mallorca, Joana Lluïsa Mascaró.
"No quería irme sin ver el Museu de Mallorca y comprobar que es una sauna", sacudió con una sonrisa amplia el escritor. Aseguró que "todo está en marcha", y que "en poco tiempo" , el estado de conservación, la red eléctrica y el aire acondicionado de Ca la Gran Cristiana serán una realidad. Con todo, ante el oído atento de la responsable del museo, Joana Maria Palou, Molina recordó que "hay que dar un buen repaso al proyecto museístico".
La advertencia le sirvió para hacerse vate: "Los museos no son seres muertos sino que están más vivos que nosotros mismos. Hay que adaptarlos a los nuevos tiempos". Reiteró, por ello, su intención de que el de Mallorca entre en la Red de Museos Estatales.
Por cierto, un poeta que mira al bolsillo: "Hay que tener unas conversaciones muy amenas con Hacienda porque hay que explicarles que la cultura es inversión que produce beneficios".
Con gracejo y un nuevo guiño a los calores sufridos contemplando tablas góticas, restos talayóticos y pintura decimonónica de ilustres de Balears, abandonó el recinto con un deseo compartido: "Todo está en marcha... Espero que la próxima vez que venga, no pase este calor. ¡Lo digo por las obras!"
La cifra: Madrid destinará 2.700.000 euros para el Museu de Mallorca y el Etnológico de Muro. Sin compromiso firmado, Galmés apuntó que "esperemos que las obras estén concluidas para el 2011, cincuenta aniversario del Museu".
Se pondrán, por tanto, los técnicos en marcha, el director general de Bellas Artes ya está avisado. Conoce de primera mano los entresijos del Museu de Mallorca. También en Madrid están sobre la pista de la documentación relativa a la propiedad del castell de Alaró. Aquí Mascaró adelantó un paso para escuchar las declaraciones ministeriales a un peliagudo asunto.
La llamada a Madrid ratificó que "existe un documento de los años 60 que avala que algo del castillo pasó al Estado. Estamos averiguando qué es". Matizó, por tanto, su aseveración tajante formulada en Formentor, según la cual, el fortín es propiedad estatal. "Consta en el ministerio una documentación por la cual algo o la totalidad del castillo fue del Estado, pero hay que investigarlo y no queremos guerra con los particulares porque la propiedad privada es un derecho democrático". Con todo, el guante lanzado a la familia Ordinas, le sirvió como advertencia: "Debería rehabilitarse, y pueden acogerse a las ayudas que hay. En otoño nos pondremos de acuerdo con los propietarios, pero si el castillo es de ellos, tendrán que reformarlo".
De la calle Portella a Cort, donde Molina y Galmés fueron recibidos por la alcaldesa Aina Calvo y Nanda Ramón, concejala de Cultura. Dialogaron, a puerta cerrada, sobre la tramitación del 1 por ciento cultural que podría revertir en El Temple, Bellver, la Fundació Miró y otras infraestructuras. Antes se topó con los pitidos que los del SAD -Servicio de Ayuda a Domicilio-dedicaban a Grosske.
Una paradita, sin fonda, en el Parlament llevaron al ministro a la Seu, recibido con el baldaquino de Gaudí en estallido de luz y atento a las explicaciones del canónigo Llorenç Tous. "Impresionado" ante la Catedral que sí conocía, se estrenó en contemplar la huella de Barceló, "un viejo amigo", que alabó por "extraordinaria" y "por saber manejar los referentes simbólicos con la modernidad". Concluyó el matutino trasiego en el Baluard, con una comida y una rápida visita. "Volveré", prometió.