Una frondosa vegetación no deja ver la tumba modernista diseñada por el arquitecto catalán para honrar al filólogo
Vista frontal de la tumba de Mossèn Alcover en el cementerio de Manacor. Foto: S. Sansó
SANSÓ. MANACOR. Entrando por la puerta principal del cementerio de Manacor, unos cuantos metros más allá del conjunto funerario dedicado a los republicanos y siguiendo en línea recta, se encuentra la tumba de Antoni Maria Alcover (Santa Cirga, Manacor, 1862-Palma, 1932), filólogo, escritor y recopilador de las Rondalles Mallorquines. Aunque esa aseveración, la de la localización, actualmente es más bien cuestión de fe que de percepción ocular.
Y es que desde hace unos meses, una enorme arbossera y distintas plantas, flores y ficus han crecido tan cerca del lugar que apenas se intuye la presencia de una de los pocas muestras de arte modernista del municipio, cuyo diseño es atribuido al arquitecto cataán Antoni Gaudí, quien conocía y admiraba la obra del manacorí.
La historiadora del arte y portavoz del grupo socialista local, Júlia Roman, ironizaba hace unos días sobre el criterio de colocación del jardín: "Yo no quiero pensar mal, pero la cuestión es que el Ayuntamiento debería preocuparse más por cuidar el patrimonio histórico ya que muchos interesados en visitar la tumba de Alcover simplemente no la encuentran".
Realizado en piedra, un monolito adornado con bonitos bajo relieves se alza sobre la lápida del religioso y loa sus conquistas lingüísticas. En la parte trasera del conjunto (esta sí que queda a la vista), una gran cruz de malta antecede a dos soportes de hierro forjado de inspiración precisamente vegetal donde probablemente se sujetaban unos candiles.
Y es que desde hace unos meses, una enorme arbossera y distintas plantas, flores y ficus han crecido tan cerca del lugar que apenas se intuye la presencia de una de los pocas muestras de arte modernista del municipio, cuyo diseño es atribuido al arquitecto cataán Antoni Gaudí, quien conocía y admiraba la obra del manacorí.
La historiadora del arte y portavoz del grupo socialista local, Júlia Roman, ironizaba hace unos días sobre el criterio de colocación del jardín: "Yo no quiero pensar mal, pero la cuestión es que el Ayuntamiento debería preocuparse más por cuidar el patrimonio histórico ya que muchos interesados en visitar la tumba de Alcover simplemente no la encuentran".
Realizado en piedra, un monolito adornado con bonitos bajo relieves se alza sobre la lápida del religioso y loa sus conquistas lingüísticas. En la parte trasera del conjunto (esta sí que queda a la vista), una gran cruz de malta antecede a dos soportes de hierro forjado de inspiración precisamente vegetal donde probablemente se sujetaban unos candiles.