diariodemallorca.es 7-9-2008
La Seu es un edificio emblemático de Ciutat. Foto: Lorenzo
BARTOMEU BESTARD (*) Es conocido el episodio de la conquista de Mallorca en el cual Jaime I durante la travesía se vio sorprendido por una fuerte tormenta y preocupado por la zozobra de su nave se encomendó a la Virgen. La tormenta pasó y el joven rey conquistó la isla. Como acción de gracias a la Virgen le dedicó la que debió ser -una vez cristianizada- la mezquita más bella de la ciudad, o por lo menos la mejor ubicada, mirando al mar y al lado de la Alcazaba. La reutilización de la mezquita y las obras que sobre ella se ejecutaron durante el siglo XIII, provocó que en siglos posteriores se pensase que la Catedral hundía sus raíces en el siglo XIII, gracias a la iniciativa de Jaime I. Pero realmente no fue así.
La primera noticia que tenemos sobra la construcción de la Seu de Mallorca la encontramos en el testamento de Jaime II, fechado en el año 1306, en que el Rey manda construir una capilla dedicada a la Santísima Trinidad -exenta de la antigua mezquita- para poderse enterrar en ella. En 1311, año de la muerte del monarca mallorquín, la capilla ya estaba en funcionamiento a pesar de no disponer de los vitrales. A partir de entonces, y con una voluntad clara de construir una sede catedralicia digna del nuevo Reino de Mallorca, se continuó con la labor constructiva levantando la Capilla Real (1327) -actual presbiterio- que, como su nombre indica, también fue financiada por la Casa Real de Mallorca. El obispo Guillem de Vilanova (1304-1318) financió la sacristía tal como nos indican sus armas que blasonan el antiguo artesonado de la sala, hoy desmontado y conservado en el claustro catedralicio. Después de estos primeros veinte años de construcción constante parece ser que la obra se detuvo. Hay que esperar a la reincorporación de Mallorca a la Corona de Aragón para volver a detectar un nuevo impulso en el crecimiento de la Catedral. El altar mayor fue consagrado por el obispo de Mallorca Berenguer Batle en 1346.
También es a partir de la segunda mitad del siglo XIV cuando se decide aumentar considerablemente las dimensiones del templo, pasando de una a tres naves, y la central con un alzado muy superior al de la Capilla Real y las naves laterales. No se conoce documentación que motive ese cambio de escala, pero no es aventurado pensar que en esos momentos se pensó en un proyecto más ambicioso que el trazado inicialmente. Fue entonces cuando se construyó el gran rosetón -el de dimensiones más grandes de la arquitectura gótica- financiado por la familia Cruïlles, tal como nos anuncian sus cuatro escudos que lo flanquean. Al frente del nuevo proyecto se puso el maestro de obras Jaume Matas. A finales del siglo XIV estaban levantadas, a parte de las capillas de la Trinidad y la Real, los dos ábsides de las naves laterales que flanquean el presbiterio (actuales capillas del Corpus y del Santísimo, respectivamente), tres capillas laterales en la parte norte; dos tramos de las naves laterales; cinco capillas laterales de la parte del Mirador; y finalmente dos tramos de la nave central.
Durante todos estos años convivieron la antigua mezquita, de dimensiones más modestas, y el nuevo templo gótico, el cual a medida que iba creciendo iba haciendo más sombra al antiguo templo musulmán. Al llegar el momento de levantar la nave mayor, la antigua mezquita se convirtió en un estorbo y en 1386 el cabildo decidió demolerla. Hace pocos años, unas obras en la parte meridional de la Seu obligaron el levantamiento suelo y su posterior excavación. Allí los arqueólogos descubrieron restos de esta antigua construcción. Algunos historiadores afirman que la base del campanario perteneció al antiguo minarete de la mezquita, opinión que es corroborada por los resultados expuestos a partir de intervenciones arqueológicas cerca de dicho campanario.
Un episodio importante durante la construcción del templo fue sin duda la realización del portal del Mirador, joya del gótico, en el que participaron escultores de primerísima calidad: Pere Morey, Johan de Valencines, Rich Alamant o Guillem Sagrera son una buena muestra. El portal se concluyó hacia 1398, aunque el trabajo escultórico se alargó hasta las tres primeras décadas del siglo XV. La Catedral se siguió construyendo con lentitud y su portal mayor no se finalizó hasta el año 1599. El célebre obispo Joan Vich y Manrique financió la fachada principal e hizo esculpir una bella imagen de la Inmaculada Concepción para que presidiese el portal. Culminaba así un viejo proyecto que inició Jaime I queriendo dedicar un templo a Santa María y que ahora concluía con la exaltación a la Purísima, del que el obispo valenciano fue un gran devoto.
La historia de la Seu no acaba aquí, de hecho todavía hoy no ha finalizado. El coro medieval, el coro renacentista que se colocó en el centro de la nave central, el "corredor del ciris", la desaparición de la fachada principal a mediados del siglo XIX y la posterior intervención de Peyronnet, la intervención de Antonio Gaudí a inicios del siglo XX, o la reciente intervención de Miquel Barceló son algunos de los episodios que han ido trazando la historia de este buque insignia pétreo varado en el corazón de nuestra ciudad.
(*) Cronista oficial de la ciudad