La restaurada cúspide de piedra vuelve a coronar la parroquia tras desprenderse varios fragmentos hace cuatro años. Los operarios ultiman el campanario
M. ELENA VALLÉS. PALMA. Santa Eulàlia encañona el cielo. El recién colocado pináculo de la cima parroquial apunta con pararrayos incluido. El fragmento de la punta del campanario que se desprendió por un temporal en 2005 se instaló la semana pasada tras una reforma a golpe de martillo y cincel.
Los operarios de Refoart, que restauraron durante el mes de julio los pedazos de pináculo derribados en las terrazas de la iglesia, utilizaron poleas manuales para subirlos hasta la cima. "Algunos fragmentos pesaban casi cien kilos", señala el aparejador diocesano Bartomeu Bennàssar, quien refiere que se han restaurado cuatro niveles de pináculo.
Los pasos para restaurar este espacio tan significativo de la parroquia comenzaron por acondicionar la toma de conexión a tierra, que se emplea en las instalaciones eléctricas para evitar el paso de corriente al usuario. "Nos dimos cuenta de que el cable estaba cortado y, finalmente, conseguimos pasar el nuevo, de cobre, y sustituirlo por el antiguo de hierro", indica Bennàssar. El siguiente paso: instalar el nuevo pararrayos de acero inoxidable. El anterior era de hierro y estaba forrado de una capa de plomo. Todo muy dañino con el marés.
"Estas dos intervenciones eran primordiales, porque llega la temporada de tormentas. Si ahora hubiera caído un rayo, la descarga habría incidido en el andamio y... Bueno, no hubiera sucedido nada, porque los días que están previstas lluvias está prohibido trabajar", prosigue Bennàssar.
La reforma, que asciende a 1,8 millones de euros, se centra en estos momentos en la rehabilitación de los pequeños pináculos que rodean el campanario.
Los cristales de la atalaya de la parroquia se han retirado. De prueba, ya han colocado varios de metacrilato irrompible con lamas de acero inoxidable.
Otro de los trabajos finiquitados es la rehabilitación del portal lateral izquierdo de la iglesia, que luce limpio. Una vez terminados los pináculos más pequeños, faltará la limpieza de las fachadas.
Los operarios de Refoart, que restauraron durante el mes de julio los pedazos de pináculo derribados en las terrazas de la iglesia, utilizaron poleas manuales para subirlos hasta la cima. "Algunos fragmentos pesaban casi cien kilos", señala el aparejador diocesano Bartomeu Bennàssar, quien refiere que se han restaurado cuatro niveles de pináculo.
Los pasos para restaurar este espacio tan significativo de la parroquia comenzaron por acondicionar la toma de conexión a tierra, que se emplea en las instalaciones eléctricas para evitar el paso de corriente al usuario. "Nos dimos cuenta de que el cable estaba cortado y, finalmente, conseguimos pasar el nuevo, de cobre, y sustituirlo por el antiguo de hierro", indica Bennàssar. El siguiente paso: instalar el nuevo pararrayos de acero inoxidable. El anterior era de hierro y estaba forrado de una capa de plomo. Todo muy dañino con el marés.
"Estas dos intervenciones eran primordiales, porque llega la temporada de tormentas. Si ahora hubiera caído un rayo, la descarga habría incidido en el andamio y... Bueno, no hubiera sucedido nada, porque los días que están previstas lluvias está prohibido trabajar", prosigue Bennàssar.
La reforma, que asciende a 1,8 millones de euros, se centra en estos momentos en la rehabilitación de los pequeños pináculos que rodean el campanario.
Los cristales de la atalaya de la parroquia se han retirado. De prueba, ya han colocado varios de metacrilato irrompible con lamas de acero inoxidable.
Otro de los trabajos finiquitados es la rehabilitación del portal lateral izquierdo de la iglesia, que luce limpio. Una vez terminados los pináculos más pequeños, faltará la limpieza de las fachadas.