diariodemallorca.es 16-8-2009
BARTOMEU BESTARD (*) En el paseo del Born queda uno de los testimonios más sobresalientes de la arquitectura señorial mallorquina: Can Morell, conocido también como Casal Solleric. Los orígenes de esta casa están estrechamente ligados a la figura de Miguel Buenaventura Vallès Orlandis.
El linaje de Vallès desde muy antiguo estaba vinculado a las tierras de Almadrà y a las de Sollerich. Precisamente estas dos possessions dieron nombre a los títulos nobiliarios que Carlos III otorgó a Miguel Vallès en 1770: vizconde de Almadrà y marqués de Sollerich.
La buena relación de los Vallès con la Casa Real ya venía de lejos. Marcós Vallès y Berga, padre de Miguel, había comprometido toda su fortuna para ponerla al servicio de Felipe V. Cuando Carlos III otorgó los títulos a Miguel Vallès recordó que ese honor le era concedido por "atención a la calidad y lustre de vuestra Casa y servicios de vuestros Mayores".
La llegada de los Borbones al trono de España tuvo como consecuencia un nuevo impulso para el comercio mallorquín… y también para el corsarismo. Precisamente, Miguel B. Vallès Orlandis perteneció a ese grupo de patricios que se enriqueció con el comercio (en su caso con la producción y exportación de aceite) y el corsarismo.
En 1763, Vallès heredó unas casas que habían pertenecido a Antoni Cifre. De este último nos queda como testimonio el callejón que flanquea Can Morell y un bello retrato que en la actualidad preside la sala de consultas del Archivo Municipal de Palma. Miguel Vallès decidió establecer allí su nueva casa, pero en vez de seguir la tradición multisecular de la Isla de arreglar las casas sin derribar las construcciones anteriores, ampliando o haciendo remiendos, el mercader mallorquín decidió derribar todos los muros del solar para levantar una casa de nueva planta, digna representación de su ascendente posición. Encargó dicha empresa al maestro de obras Gaspar Palmer.
El hacerse una nueva casa no significó renunciar a la arquitectura tradicional de Palma. Sí se consiguió, en cambio, un volumen homogéneo y claro, alejado del aspecto de collage arquitectónico que presentaban muchas casas de la ciudad, fruto de ampliaciones y modificaciones realizadas a lo largo de los siglos.
Quizás dónde más se innovó, influenciado por las modas de la época, fue en la ornamentación de la casa. Por ello mandó llamar al decorador italiano Soldati.
Los materiales de construcción fueron seleccionados entre los mejores. Para los muros y escaleras, piedra de Santanyí; las columnas y vanos se hicieron con mármol rosado de Solleric y de Sencelles; los hierros de la escalera fueron traídos de Holanda; las ventanas se hicieron con vidrios emplomados…
De Can Morell destacan el patio, uno de los más sobresalientes de la ciudad, y la logia trasera, la que mira al paseo del Born. Esta última fachada, al estar en el céntrico paseo, es la más trabajada y bella. Según la tradición familiar fue el propio Soldati quien se encargó de realizar las pinturas en la fachada y en el techo de la logia. En 1775 se inauguró la casa.
En 1790, Miguel Vallès murió sin sucesión. La herencia debía recaer en su sobrino Pedro Morell Vallès, con quien nunca se había llevado bien y a quien no deseaba como heredero. Por este motivo hubo un pleito entre el sobrino y la marquesa viuda, doña Magdalena Gual Barco. El juez dio la razón a Pedro Morell que heredó los bienes. Tras la muerte de la marquesa viuda, el heredó entró en la casa y se la encontró sin un solo mueble. Desde entonces la casa de los marqueses de Sollerich ha sido conocida como Can Morell.
En 1876 se prohibió el tráfico rodado en la calle d´en Cifre. Para que se cumpliese la prohibición se colocó un pilón de piedra —milagrosamente todavía hoy existente–. Este hecho provocó que las personas, para ir de la calle San Cayetano al Born o viceversa, tomasen el "atajo" a través de las puertas de Can Morell, que en línea recta conectaban las dos vías públicas.
Ya se sabe que en la Palma preturística los patios fueron espacios semipúblicos, por lo que introducirse en Can Morell para acortar el camino entraba dentro de lo permitido. Ahora bien, en cierta ocasión atajó por la casa del marqués de Sollerich un cortejo fúnebre el cual hizo parada en el patio de la casa para rezar un responso al difunto. Este hecho no gustó al propietario por lo que ordenó se tapiase el portal que comunicaba el patio con las cocheras.
Se tuvo que esperar a la reforma de 1995 para poder volver a ver comunicados ambos espacios. En cuanto al mobiliario, destaca la cama de l´Adrià, ejemplar único en la Isla.
Es de los pocos muebles originales que se conservan en el edificio, concretamente en la habitación de la Infanta, pues en ella se hospedaron doña María Teresa de Vallabriga, cuñada de Carlos III, y su hija, la infanta María Teresa de Borbón, esposa de Manuel Godoy. Años más tarde la ocuparía la duquesa de Montpensier, hermana menor de Isabel II.
Cuando en 1963 murió Fausto Morell Gual, marqués de Sollerich, le sucedió en sus derechos su hijo Fausto Morell Rovira, momento en el cual la casa dejó de ser habitada por la familia. En 1975, el ayuntamiento de Palma adquirió Can Morell, convirtiéndola años más tarde en el centro de exposiciones actual, con un programa de actividades temporales todo el año.