diariodemallorca.es 19-7-2008
El codirector de las excavaciones, Víctor Guerrero, desveló ayer a este diario el descubrimiento de esta pieza, que tuvo lugar el año pasado en el yacimiento de Santa Ponça
El medallón de uno de los caballeros de las huestes de Jaume I se encontró justo aquí, en la casa almohade.
M. ELENA VALLÉS. PALMA. "En este yacimiento no hay nada cristiano, excepto un medallón con un escudo heráldico que hallamos el año pasado y que tras los primeros análisis podemos afirmar que perteneció a un caballero de las tropas de Jaume I", que desembarcaron el mes de septiembre de 1229 en la isla a través de una pequeña ensenada de Santa Ponça.
Los guerreros arribaron belicosos y atacaron inmediatamente a la primera población de moros que tuvieron a su alcance, que no era otra que la que se asentaba en el Puig de Sa Morisca. Los musulmanes salieron despavoridos huyendo hacia las montañas. En el fragor de esta primera batalla, un caballero de alto abolengo de las tropas del rey conquistador debió perder el medallón de metal que llevaba cosido a su peto de cuero, en el que está cincelado el escudo heráldico de su linaje. "O quizás fuera un moro quien se lo arrancara", matiza el codirector de las excavaciones, Víctor Guerrero.
Una vez se produjo la estampida de musulmanes hacia las montañas, los guerreros cristianos se trasladaron a la ermita más cercana de la zona, lugar en el que descansaron.
El equipo de investigación cuenta que cuando halló la pequeña pieza de metal en la casa almohade del yacimiento islámico, sito en la parte alta de la montaña, tuvo la primera percepción de que se trataba del botón metálico de un pantalón vaquero. Al llegar al laboratorio y limpiar el pequeño escudo, la importancia del descubrimiento se reveló meridiano ante los ojos de los científicos: por las características, se trataba de una de las pertenencias de un caballero de las huestes de los primeros cristianos que pusieron un pie en la isla. Poco después, la pieza fue enviada a la Escola Superior de Conservació i Restauració de Béns Culturals de Catalunya, quien la ha recuperado. En estos momentos, tal como explica Guerrero, se están buscando especialistas en heráldica de la isla o de la universidad, para que lleven a cabo un estudio preciso de las figuras que aparecen representadas en el escudo del linaje para poder dilucidar a qué familia pertenecía ese noble caballero.
Este diario tampoco ha podido acceder a las imágenes del medallón, habida cuenta de que antes de publicarse cualquier fotografía en medio de comunicación alguno se precisa permiso del Consell.
La fase almohade supuso la última ocupación del monte. Los primeras dataciones de poblados asentados en la zona se remontan al talayótico inicial, aunque los restos de cerámicas más antiguos datados con seguridad se sitúan en el siglo VI a.C. Con diferente intensidad, esta ocupación dura hasta aproximadamente el siglo II a.C. Este asentamiento talayótico mantuvo contactos comerciales con los fenicios de Eivissa, los cuales pudieron efectuarse a través de la ensenada de Sa Caleta de Santa Ponça
Limpieza en los bancales para acceder a otra parte del yacimiento talayótico
ELENA VALLÉS. PALMA. Cavar en la tierra, pasar los sedimentos por un cedazo para comprobar que nada importante se pierde y arrancar matojos son las labores principales a las que se está dedicando el equipo de arqueólogos que trabaja desde hace dos semanas en el Puig de Sa Morisca.
Uno de los directores de la excavación, Víctor Guerrero, anuncia que en la parte baja del poblado talayótico, lugar en el que en este momento están trabajando, hay tarea para largo porque se están retirando los bancales y el aterrazado para dejar bien al descubierto esta parte del yacimiento con el fin de arrancar en condiciones las excavaciones propiamente dichas. En la zona, ya se vislumbra un torreón de defensa de dos metros, la puerta de entrada -desmoronada- y la muralla que cerraba el asentamiento. Es en esta zona de valle en la que las edificaciones se levantaban porque estaban protegidas por la fortificación. Varios alumnos de la UIB, que participan este año en la campaña estival que se dilatará hasta el 31 de agosto, están tomando medidas para dibujar el asentamiento. Para ello, triangulan la zona y establecen una serie de puntos de referencia para ser precisos con la medición. Más adelante, indica Guerrero, se suele utilizar un aparato de ingeniería estación total para conseguir una geodesia electrónica que al introducirla en el ordenador se pueda obtener la volumetría.
La parte alta de este yacimiento, la acrópolis, la empezaron a excavar hace tres años. Esta zona ya la restauraron en su momento. Los muros de la torre de defensa así como los de la casa almohade están consolidados, y toda el área cuenta con paneles explicativos. Sin embargo, la vegetación crece con fuerza y esta parte del asentamiento necesitaría de nuevo una limpieza. En las tareas de restauración jamás utilizan materiales agresivos, explica Guerrero, "el hormigón se desechó hace tiempo porque machacaba lo más antiguo". Las plantas son arrancadas manualmente y tampoco utilizan herbicidas.
El codirector calcula que este poblado prehistórico se asentó en esta zona elevada del municipio de Calvià hacia el año 900 u 800 a.C., y que tuvo una vida aproximada de 600 años.