diariodemallorca.es 18-7-2010
BARTOMEU BESTARD (*) Tal como se advirtió al tratar la historia del oratorio de Sant Llorenç, la parroquia de Santa Creu, es institución medieval creada unos años después de la conquista de Mallorca de 1229. Berenguer de Palou, uno de los principales de la conquista, obispo de Barcelona y señor feudal de la porción dónde se encontraba la parroquia, quiso que el templo estuviese bajo la misma advocación que la catedral de la capital catalana: es decir de la Santa Cruz.
Ya se vio que la primera construcción que se hizo fue el oratorio de Sant Llorenç, situado –como cuerpo independiente– debajo del presbiterio del actual templo parroquial. El proceso repoblador, consolidado después de haber pasado más de cien años después de la conquista de Mallorca, provocó un lógico crecimiento de la población parroquial, lo que obligó a replantearse las dimensiones de la iglesia. Sabemos con certeza que hacia 1352 se había empezado a construir un nuevo templo, el cual se inició "pel cap", es decir, por el ábside, y éste se asentó sobre el oratorio de Sant Llorenç. Las obras de la iglesia se realizaron a un ritmo lentísimo, pasaron muchos años, siglos, antes de que los feligreses de Santa Creu la viesen acabada. Entre las causas que explican esta lentitud constructiva, sin duda se encuentra la cesión de la parroquia, por orden directa del Papa, a los monjes cartujos a partir de la temprana fecha de 1402. A partir de entonces Santa Creu dependería del prior de la Cartoixa de Valldemossa, el cual se convertiría en su rector. Este hecho provocó que las obras de la iglesia se situasen en un segundo plano y, por tanto, que marchasen con ritmo lento. Hacia 1588 se documenta que ya había empezado la devoción por el Sant Crist, que tanta fama llegaría a conseguir. En 1599, durante la visita pastoral del obispo Vich y Manrique se anotó: "La obra de la iglesia hace tiempo que está paralizada; que se vuelva a reanudar". Fue precisamente este insigne obispo el que obligó a los monjes cartujos a renunciar a quedarse con una parte del dinero que producía la parroquia. A pesar de estos cambios, la situación, lejos de solucionarse empeoró, pues en 1616 la parroquia amenazaba ruina, incluso se tuvo que trasladar el altar mayor de sitio debido a una enorme grieta que había aparecido en la clave mayor de la cúpula. Fue en estos momentos desesperantes cuando apareció uno de los mecenas más recordados de Santa Creu: don Joan Mir, el cual pagó toda la fachada norte de la iglesia quedando blasonada bellamente con su escudo de armas. Entre 1718 y 1728 se detecta una intensa actividad constructiva. Se construye el bello portal lateral, presidido por la imagen de Santa Elena, se construyen las bóvedas que faltan por cubrir la iglesia y se reconstruyen algunas de las ya existentes, como es el caso de la bóveda del presbiterio que data de 1736, la cual fue sufragada por la familia Salas tal como denuncian sus armas en la clave de bóveda. El coro data de 1780. Hacia finales del siglo XVIII, se puede considerar finalizada la iglesia.
A pesar de sus cuatro largas centurias de obras –lo que puede llevar a pensar en un conglomerado de estilos y gustos que se fueron imponiendo a lo largo del tiempo–, a pesar de ello, llama la atención la unidad estilística del templo, pues las formas de tradición medieval son las que presiden la estética general de Santa Creu. Ello fue posible a la enraizada tradición gótica que hubo entre los maestros de obra mallorquines, los cuales –en muchos casos– a finales del siglo XVIII, todavía utilizaban fielmente, de forma natural las trazas y sistemas constructivos de sus mayores.
De esta manera, quien observa el templo tanto desde fuera como desde su interior, no duda en encasillar la iglesia de Santa Creu como una construcción gótica.
El interior del edificio se articula mediante una nave única flanqueada por capillas laterales, al estilo del resto de parroquias medievales de Palma, exceptuando Santa Eulàlia, con un presbiterio semicircular también con capillas que lo circundan. El retablo mayor, presidido por santa Elena, data del siglo XVIII, el cual fue costeado por el capitán Barceló, hijo ilustre de nuestro antiguo reino, terror de africanos e ingleses y benefactor incansable de Santa Creu. Antiguamente presidía el templo parroquial Nostra Dona de Santa Creu (s. XV) que en la actualidad se conserva en una capilla lateral con el mismo nombre. Entre sus capillas laterales, la de Nostra Senyora del Bon Camí, es la más concurrida. Preside su retablo una bella pintura medieval de la virgen datada a finales de la Edad Media. Otra advocación de la Virgen en Santa Creu es la Mare de Déu de la Pau. Esta imagen presidió el altar de un pequeño oratorio que se encontraba en la calle de la Pau, el cual desapareció en 1866. El oratorio era propiedad del Ayuntamiento por lo que el alcalde Manuel Mayol solicitó a la parroquia que se hiciera cargo de la imagen y altar. Ello explica que hoy encontremos dicha imagen en la parroquia. El 24 de enero era el día de su celebración. En 1911 todavía tenía costumbre el consistorio palmesano de concurrir a la capilla con los maceros y el maestro de ceremonias. Sería larguísimo recordar todas las piezas de arte de este templo. Aquí sólo recordaremos algunas, como la pintura medieval de San Cristóbal, datada y atribuida, según Gabriel Llompart, a Francesc Comes. Otra imagen digna de mentar es la Santa Elena realizada por el escultor catalán Adrià Ferran. Pero sin duda, la imagen que más devoción ha tenido entre los feligreses es la del Crist de Santa Creu, una imagen que según la tradición, que se remonta al siglo XVI, se halló en un nicho al desmontar una pared de la calle de Sant Llorenç: "Gran reverencia se deu/ a vostra Imatgte sagrada,/ dins una paret trobada,/ Santo Cristo de Santa Creu".
18 de juliol 2010
La iglesia parroquial de Santa Creu
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